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En un mundo donde los negocios y la política suelen entrelazarse, es esencial trazar una línea clara que permita a los sectores productivos avanzar con confianza, especialmente en contextos tan particulares como el de Colombia y Venezuela. Hoy, más que nunca, no podemos darle la espalda a Venezuela, y mucho menos al sector privado venezolano, que durante más de dos décadas ha sabido enfrentar y superar múltiples desafíos, manteniendo vivo el espíritu empresarial del país.
El sector empresarial venezolano ha enfrentado obstáculos económicos y políticos, transformando cada desafío en una oportunidad para mantenerse a flote y contribuir al desarrollo del país. En este contexto, es imperativo reconocer que lo que sucede en el ámbito político no debe frenar las oportunidades de integración y colaboración comercial. Nos necesitamos mutuamente. Colombia y Venezuela se han complementado históricamente, y juntos hemos generado oportunidades que impulsan el bienestar de nuestras poblaciones.
Como Cámara Colombo Venezolana, hemos sido testigos del espíritu empresarial que persiste a ambos lados de nuestra extensa frontera. Las cifras hablan por sí solas: en 2024, el intercambio comercial superaría los US$1.100 millones, representando un notable incremento de más de 35% respecto al mismo período del año anterior y de mantenerse el dinamismo, se proyectaría a superar los US$1.300 millones al cierre del año, cifras no vistas desde 2015. Este crecimiento no es casualidad, sino el resultado de la confianza renovada entre nuestros empresarios.
El sector privado de ambos países ha sido el motor de esta recuperación. Empresas colombianas han encontrado en Venezuela un mercado en vía de diversificación y con crecientes necesidades de bienes y servicios. A su vez, las exportaciones venezolanas, aunque modestas, han mostrado una recuperación gradual, destacándose productos como fundición, hierro y acero, abonos, y material eléctrico. Esto demuestra la importancia de un comercio binacional robusto que contribuya a la estabilidad y el desarrollo económico.
Es un error fundamental sugerir que no se deben hacer negocios con Venezuela. Las sanciones internacionales están dirigidas a ciertas entidades, individuos y sectores del gobierno venezolano, no al sector privado, y es precisamente este último el que ha mantenido vivo el tejido económico y social entre nuestras naciones. La complementariedad de nuestras economías es el resultado de siglos de historia compartida, de familias que se extienden a través de la frontera, de una interdependencia que precede incluso a nuestra existencia como repúblicas independientes.
Los resultados son evidentes: más de 2.000 empresas ubicadas en Colombia y Venezuela realizaron operaciones comerciales en 2024, comercializando más de 2.600 productos diferentes. Venezuela se ha convertido en el sexto destino de las exportaciones no mineras de Colombia y en el décimo segundo de las exportaciones totales del país, demostrando la diversificación y el potencial de nuestro intercambio comercial.
El marco normativo establecido recientemente, incluyendo la Creación de la Comisión de Vecindad e Integración, la modificación del Acuerdo de Alcance Parcial Nº28 y la suscripción del Acuerdo de Promoción y Protección de Inversiones, ha generado un entorno propicio para los negocios. Pero más allá de los acuerdos formales, es la confianza mutua y la cooperación la que está impulsando esta recuperación.
Las pequeñas y medianas empresas encuentran hoy un mercado en plena recuperación, mientras el sector privado venezolano fortalece su economía no petrolera y Colombia se mantiene como socio estratégico. Como hermanos que somos, tenemos la responsabilidad de apoyarnos, especialmente en los momentos difíciles. La historia nos ha enseñado que los cierres fronterizos solo generan pérdidas para ambos países.
El futuro de nuestras relaciones comerciales no puede estar supeditado a las fluctuaciones políticas. Como Cámara Colombo Venezolana, seguiremos fortaleciendo estos lazos empresariales, porque cuando los hermanos se apoyan, no hay obstáculo que no se pueda superar. La renovación del diálogo comercial abre paso a una nueva era de oportunidades y crecimiento mutuo.