Gobernar y no hablar

El Gobierno del presidente Gustavo Petro no ha iniciado, sin embargo, como no se había visto en la historia, los funcionarios designados se han dedicado a salir ante los medios a exponer cantidad de propuestas de manera descoordinada en las que en algunas han tenido que rectificar y en otras desautorizar, dejando inseguridad y zozobra en los ciudadanos y los mercados. La política económica no se hace en los micrófonos.

El responsable de la política fiscal que incluye todos los aspectos tributarios es el ministro de Hacienda, resulta increíble observar a responsables de distintas carteras y entidades saliendo a proponer impuestos o a rechazar la adopción de otros. Genera pánico que se mencione que el objetivo de recaudo de la reforma tributaria es 50 billones o incluso más y que, acto seguido, sin rubor se mencione que será a lo largo del cuatrienio. Lo anterior lleva a pensar que el Gobierno entrante está lanzando ideas sueltas para ver la reacción que las mismas generan en la población y de esta manera ir calibrando sus propuestas. Sin embargo, parece por lo menos arriesgada esta manera de proceder.

Resulta preocupante ver la postura de varios de los partidos políticos que han adherido al presidente sin tener la más mínima identidad ideológica. Sorprende su falta de visión y olfato político. Es bien sabido que para tener relevancia deben ser determinantes e influyentes, su postura para mantener relevancia e incidir debería ser declarar que sus bancadas son independientes. De esta manera pueden inclinar la balanza en el momento en que se den las grades discusiones que reclama el país. Deben hacerse necesitar, y valorizar su posición.

Los ciudadanos y los mercados necesitan que dejen de lanzarse globos y que se presenten propuestas claras, todos estamos esperando que se presente la tan anunciada reforma tributaria. Lamento anunciarles que no la van a ver el próximo 7 de agosto como lo están esperando, puesto que una vez se posesionen, deben enfrentar la discusión del Presupuesto General de la Nación para el año 2023 y sólo ahí sabrán la cantidad de recursos adicionales y el monto que se encuentra desfinanciado y que se debe recaudar con la mencionada reforma. No tiene sentido que el ministro de Hacienda el doctor Ocampo presente la misma sin saber los recursos que requiere.

Así las cosas, dentro de la lluvia de ideas y anuncios inconexos que han enviado, resulta inquietante que no pretendan obtener nuevos recursos para el año 2023, al anunciar que únicamente centrarán su reforma en aspectos relacionados con el impuesto de renta, este ingreso se verá reflejado en el 2024. El mensaje implícito de este anuncio es que, en concordancia con el Marco Fiscal de Mediano Plazo, se desmontará el subsidio a los combustibles el cual no se encuentra financiado y se dará por terminado el programa de ingreso solidario que, como bien se sabe, fue creado para atender los efectos temporales de la pandemia. De ser así, debe aplaudirse de pie estas dos decisiones, aunque intuyo que ni con el caudal político de Gustavo Petro se pueden llevar a cabo tan loables propósitos.

De otra parte, de acuerdo con las ideas lanzadas por el equipo económico, las cifras no cuadran, no se observa cómo sólo mediante el aumento de la tarifa de renta de las personas naturales que ganan más de 10 millones de pesos mensuales, se pueda obtener el ingreso esperado para financiar el programa de gobierno. No se pueden engañar con el argumento según el cual al eliminar ciertas exenciones corporativas como las de mega inversiones, las otorgadas por la construcción de nuevos hoteles o de sus remodelaciones y las otorgadas a las nuevas agroindustrias, obtendrán mayor recaudo, pues sin las mismas las inversiones no se darán y no se producirá el recaudo esperado. Tampoco se logrará el anhelado recaudo con el impuesto a las bebidas azucaradas, este no genera mayores ingresos y sí afecta a los más vulnerables, pues no es más que una forma disfrazada de subir los impuestos indirectos sin decir que se toca el IVA