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Analistas 09/02/2023

¿Y dónde está el crecimiento?

José Ignacio López
Presidente del Centro de Estudios Económicos Anif

En los años de altos precios de materias primas, entre 2003 y 2014, la economía colombiana creció a una tasa promedio de 4,7%. El Marco Fiscal de Mediano Plazo de 2013 suponía una tasa de crecimiento de 4,6% para los 10 años siguientes. Con las cifras actuales el promedio para ese período estará cerca de 3%, o 20% inferior al final de la década en términos de ingreso por habitante. La optimista extrapolación de los años de alto crecimiento presentada en el Marco Fiscal de 2013 se vio frustrada por la caída en los precios de petróleo, que puso a la economía colombiana en un periodo de letargo, con un crecimiento promedio de 3% para el período 2015-2019.

En enero de 2020, el Indicador de Seguimiento a la Economía mostraba una perspectiva más halagüeña con una tasa de expansión anual de 4,5%. Un par de meses después la suerte le jugaba una mala pasada a muchas economías con el advenimiento de la pandemia y una caída anual nunca vista en nuestro país de 20% en abril de ese año.

La economía colombiana se contrajo 7% en 2020, la peor cifra de su historia. No obstante, y a pesar de la abrupta caída, la actividad empresarial tuvo una recuperación sobresaliente después de los meses más álgidos de la pandemia. El rebote de la actividad económica llevó a Colombia a crecer 10,7% en 2021 y alrededor de 8% en 2022. El ingreso del país en 2022 fue 11% superior al de 2019, lo que convierte a nuestro país en el de mejor desempeño entre las economías más grandes de América Latina y el quinto en el universo de países emergentes. La recuperación de la actividad económica en los últimos dos años fue excepcional.

En este contexto, se imagina uno que el país estaría volcado hacia una discusión de cómo mantener cifras de crecimiento superiores al 4% y un entorno propicio para la inversión y la creación de empleo formal. Pero no. La narrativa dominante, y muchas de las propuestas de la actual agenda de reformas, permeadas por un escepticismo infundado en los mercados, está enfocada en políticas de redistribución y el sacrificio de crecimiento futuro por alguna medida paliativa en el presente.

El Marco Fiscal de Mediano Plazo de 2022 supone una tasa de crecimiento de 3,2% para la próxima década, y desde su publicación son pocos los argumentos para contradecir dicho supuesto, que en un mundo diferente debería apuntar a tasas superiores al 4%. Para luchar contra la pobreza y sacar del atraso a muchas regiones del país, los elementos de redistribución son importantes, pero languidecen cuando se les compara con el poder transformador de tasas de crecimiento altas y sostenidas.

El Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026, radicado esta semana en el Congreso, habla de Colombia como una potencia mundial de la vida, pero es tímido frente a la opción de que seamos también una potencia en materia de crecimiento y de la superación de la pobreza. Las bases del Plan en sus 320 páginas solo mencionan la palabra crecimiento en 45 ocasiones, una ocurrencia 50% más baja que el promedio de referencias por página del anterior texto para 2018-2022, y un sexto del presentado para 2014-2018. ¿Y dónde está el énfasis en crecer? Será difícil que el país crezca a tasas superiores a 4% si no ponemos especial atención a los temas de productividad y del uso eficiente de los recursos públicos.

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