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Las columnas publicadas en este espacio a lo largo de 2025 fueron un testamento a un economía más dinámica, pero llena de contradicciones. Como se señaló en “Un repunte económico con sombras”, el crecimiento en 2025 sorprendió positivamente, pero estuvo lejos de disipar varias de las preocupaciones estructurales. La economía mostró mayor dinamismo, impulsada por el consumo y algunos servicios, mientras la inversión privada y varios sectores, como la construcción y el sector minero energético, continuaron rezagados, configurando una auténtica “Economía a dos velocidades”.
El mercado laboral fue uno de los temas recurrentes del año. En “Mercado laboral: luces y sombras” se destacó que, pese a las buenas cifras agregadas de empleo, una parte importante de la creación se concentró en la informalidad. Este diagnóstico se conecta con la discusión planteada en “La vara del mínimo”: incrementos reales elevados del salario mínimo pueden mejorar ingresos para algunos trabajadores, pero también elevar la barrera de entrada a la formalidad y contribuir a una inflación persistente en especial en sectores intensivos en mano de obra. El desafío sigue siendo mejorar el ingreso laboral sin profundizar la exclusión de buena parte de los trabajadores.
La situación fiscal ameritó varias columnas. En “Los derechos de quienes aún no nacen” y “Ahorro pensional” se planetó que el deterioro del balance fiscal no responde a una coyuntura excepcional, sino a decisiones estructurales. El debate dejó de ser únicamente contable para convertirse en uno intergeneracional: financiar el gasto presente con mayor deuda implica trasladar costos a quienes aún no participan en la discusión política ni tienen voz en las decisiones actuales.
El entorno internacional ofreció un alivio parcial, aunque no exento de riesgos. En “Dólar débil” y “Panorama económico mundial 2025” se subrayó que la ausencia de una recesión global y una política monetaria menos restrictiva ayudaron a estabilizar mercados financieros. Sin embargo, como se advirtió en “Aranceles en ciernes”, las tensiones comerciales y la fragmentación geoeconómica siguen siendo amenazas latentes para las economías emergentes como la colombiana.
Otro hilo conductor fue la lectura selectiva de los datos. En “La polarización de las cifras” se mostró cómo los mismos indicadores pueden alimentar narrativas opuestas. Esta fragmentación del debate dificulta construir consensos y favorece diagnósticos parciales, cuando la evidencia apunta a una realidad más compleja: crecimiento moderado, avances sociales limitados y desequilibrios persistentes que no pueden ignorarse.
En conjunto, 2025 fue un año de contrastes. La economía demostró resiliencia, pero el desbalance entre consumo e inversión sugieren que hacia adelante nuestro país podría enfrentar problemas de crecimiento. En otras palabras el actual modelo de reactivación no parece sostenible, si el próximo Gobierno no toma una postura más pragmática en materia económica y mejora el clima de confianza para la inversión del sector privado. El reto hacia adelante es transformar los repuntes coyunturales en bases sólidas de largo plazo, con una política fiscal responsable, un mercado laboral más incluyente y una discusión económica menos polarizada y más técnica. La discusión económica de los próximos años exigirá menos consignas y más diagnósticos rigurosos.
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