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Analistas 01/06/2023

Optimismo exiguo

José Ignacio López
Presidente del Centro de Estudios Económicos Anif

Los indicadores de varios sectores sugieren una marcada desaceleración de la actividad económica. Los casos más claros son construcción, en particular las ventas de vivienda, vehículos, turismo, publicidad y otros sectores cíclicos. La confianza de los consumidores se hundió en terreno negativo a niveles no vistos desde la pandemia. Algo similar se observa en los indicadores de confianza comercial e industrial de Fedesarrollo. El equipo de Investigaciones Económicas de Corficolombiana espera una caída del PIB del segundo trimestre de casi 1% frente al primer trimestre del año.

A este panorama sombrío del segundo trimestre en materia de actividad económica se le suma la incertidumbre relacionada con la agenda de reformas, la preocupación por los temas de seguridad y la constante crispación por temas políticos. Frente a este complejo panorama, muchas de las conversaciones rutinarias están marcadas por un pesimismo axiomático. Un pesimismo que no permite otra lectura.

No obstante, en estos momentos de malas noticias y preocupaciones, una dosis de optimismo no debe entenderse como un torpe negacionismo, sino como una reacción corajuda a la realidad. Las grandes apuestas se forjan en la fragua atizada por el optimismo. Y como bien decía Churchill en unos de sus discursos: “Soy optimista. No parece de mucha utilidad ser otra cosa”.

Sí, Colombia tendrá tasas de crecimiento menores este año. Una cifra cercana a 1,5%, incluyendo un muy mal segundo trimestre. No obstante, y a pesar del menor crecimiento, el PIB del país terminaría 2023 con uno de los mayores avances frente a 2019 del conjunto de países emergentes y mucho más alto que el de otros países de Suramérica.

Nuestro país tiene muchos retos, pero las cifras de pobrezas reveladas recientemente por el Dane muestran un país con mejoras muy importantes en esta materia. El país ha continuado sacando gente de la pobreza y a pesar del choque adverso de la pandemia, tenemos una economía de ciudades vibrantes, muchas de ellas intermedias, con una creciente clase media. El bono demográfico no ha sido tan efectivo, dada la informalidad prevalente del mercado laboral, pero Colombia hoy cuenta con una población en su mayoría trabajadora que todos los días se levanta apostándole a un mejor mañana.

En el contexto regional, si bien los activos colombianos se han visto castigados en los últimos dos años, Colombia ofrece un atractivo enorme por su diversidad geográfica, su riqueza cultural, sus empresas pujantes, sus profesionales, sus trabajadores comprometidos y su enorme potencial energético, agrícola y de turismo. Las malas cifras de la coyuntura no nos pueden llevar a la amnesia de los enormes avances de Colombia en décadas recientes. Las necesidades de buscar cambios no deben igualmente sustentarse en descalificaciones infundadas del progreso del país. Tampoco las críticas a las reformas deben basarse en un pesimismo que nos lleve a la desesperanza. Se necesita críticas constructivas y propositivas, no un nihilismo que solo inspire desasosiego.

Muchos inversionistas extranjeros son ahora más optimistas sobre Colombia que los propios locales. Es probable que el peso, los títulos de deuda pública y otros activos colombianos empiecen a reflejar esa visión más favorable de los extranjeros. Ojalá los inversionistas, analistas y emprendedores locales se dejen contagiar.

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