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El progresismo que ha criticado siempre la financiación multilateral y la libertad de mercados financieros regulados, ahora de manera perniciosa atraca la deuda pública sometiéndola a la trampa sin salida del “gota a gota”.
Trepó una banda de macacos a los tejados de la Casa de Nariño, a los ministerios y agencias estatales y al grupo empresarial Ecopetrol, llegaron con la misión de destruir, robar y vaciar la despensa, y ahora se asociaron con especuladores internacionales, y nadie sabe si con ello le están abriendo la puerta a fantasmas especializados en lavar dineros calientes.
No contentos con el daño de una reforma laboral que ignora la naturaleza del giro de muchos negocios, y cómo se les cayó una nueva reforma tributaria totalmente expropiatoria, le dieron de aguinaldo al país productivo la cicuta de una declaratoria de emergencia económica justo al entrar las cortes en vacancia judicial, al tiempo que quebrantaron las reglas y las buenas prácticas del manejo macroeconómico, fiscal y de crédito público, emitiendo bonos de deuda pública o títulos de tesorería del Estado (TES), que fueron colocados a dedo, sin subasta, sin observar mejores prácticas y a costo de usura (13.5%) en el corto plazo, justo con el peso en revaluación a causa de la inundación de dólares ilegales producto del narcotráfico que nutre la economía informal.
Una operación triple propósito: recolectar caja que tape el malgasto desmedido y le de liquidez al gobierno en un año electoral para poder consolidar el modelo económico SSXXI de su propuesta constituyente, generar el enriquecimiento ilícito de gobernantes, comisionistas y especuladores, y habilitar desde el gobierno la repatriación y el blanqueo de dineros ilícitos o de origen desconocido. Y de ñapa para darle seguridad a todo este autogolpe, anuncian un cambio de cúpula.
Justo cuando el gobierno ya no cuenta con los flujos jugosos del sector minero-energético, este proceder irresponsable y sin precedentes finiquita la ortodoxia en el manejo macroeconómico que había caracterizado nuestra democracia, revienta la confianza inversionista y arruina la buena reputación de responsabilidad que tenía el país ante los mercados y la banca multilateral y encarece la deuda pública que terminaremos pagando en el tiempo todos los colombianos.
Colombia siempre ha sido buena paga, a pesar de las complejidades propias de las distorsiones causadas por los recurrentes problemas de inseguridad y orden público, de la insurrección armada, del narcotráfico, el lavado, el contrabando y el terrorismo, pero hoy todo apunta a un deterioro en la calificación del riesgo país, a una cesación de pagos y a un cierre total de los mercados financieros formales para la nación.
Queda el contribuyente obligado por el gobierno a trabajar en el mercado negro y erario hecho hilachas en materia de recaudo formal, y quien quiera que llegue a la presidencia recibirá al físco “como ternero huérfano encerrado en la patio de los buitres”.
Algo huele muy mal, tras todo esto hay “gato encerrado” pues en materia crediticia, “amigo es el ratón del queso”, la banca y los mercados nunca trabajan gratis, no prestan sin garantía o sin que por otro lado les depositen con qué cubrirse de forma suficiente.
Esperemos una debida auditoría que descubra los pormenores de este atraco usurero al fisco, a ver que dicen las calificadoras de riesgo, cuál será la reacción de los mercados regulados y de la banca internacional pública y privada ante tan fatídico precedente marca la reputación del país.
Colombia reclama respuestas. – ¿Pasará el Estado a lavar dineros calientes y a promover la evasión y la economía informal? ¿Dónde están el control fiduciario la Procuraduría, la Fiscalía, la Contraloría? ¿Qué dice la comisión parlamentaria de Crédito Público? ¿Qué dice la comisión de la regla fiscal? ¿Qué opinan los gremios y asociaciones privadas? ¿Qué dicen los tenedores de deuda colombiana y las multilaterales? ¿Puede la dirección de crédito público hacer lo que le da la gana sin respetar los debidos procesos? ¿Será que no sabe el ministro de Hacienda que nadie presta sin prenda, a menos que sea una usura consentida? ¿Será que hay dineros “fantasmas” consignados al prestamista que respaldan la operación? ¿Qué hará la corte cuando regrese de vacaciones y encuentre la cocina incendiada? ¿Será ahora el Estado el que lava dinero caliente sometiendo al gota a gota la deuda de todos los colombianos de forma arbitraria, autocrática y dictatorial?
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