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Analistas 21/04/2022

La ola sísmica de la guerra

José Ignacio López
Presidente del Centro de Estudios Económicos Anif

El Fondo Monetario Internacional (FMI), en la reciente actualización de su informe sobre Perspectivas de la Economía Mundial, afirma que los efectos económicos de la guerra en Ucrania se están propagando rápida y extensamente, como una ola sísmica generada por un terremoto. Bajo este escenario el FMI prevé que la economía global crecerá 3,6% en 2022 y 2023, una revisión a la baja en 0,8 y 0,2 puntos porcentuales frente a los respectivos pronósticos de enero de la misma institución.

El informe del FMI detalla como la guerra está afectando la economía global a través del mercado de materias primas y el comercio internacional. El conflicto en Ucrania está teniendo un efecto disruptivo sobre el comercio de petróleo, gas, metales, y algunos insumos y productos agrícolas. Rusia es el segundo exportador a nivel mundial de petróleo, el cuarto en Gas Natural Licuado y participa de aproximadamente 14% de la producción de platino a nivel global y 11% del níquel. Ucrania y Rusia son el segundo y tercer mayores exportadores de cereales del mundo, y líderes en la producción de fertilizantes. Rusia responde por el 14% de las exportaciones globales de Urea y Fosfato Diamónico (DAP), así como por el 21% del mercado del Cloruro de Potasio (KCL)

El conflicto ya ha hecho mella de forma importante en estos mercados. Los precios de los energéticos, metales, cereales y fertilizantes se han elevado de manera significativa, en algunos casos a máximos históricos, lo cual ha generado una presión inflacionaria adicional a la que la economía global venía experimentando antes del conflicto como resultado de problemas en la cadena logística a nivel global. Adicionalmente, la guerra está generado disrupciones en el comercio internacional, no solo en Europa, sino de forma más generalizada en las rutas de comercio y las cadenas de suministro.

El aumento de la inflación y la disrupción de comercio afectarán de forma más aguda a las economías más pobres de África, el Oriente Medio y Asia, así como a los hogares más vulnerables de los países de ingreso medio. América Latina tiene una conexión menos directa con el conflicto que otras economías emergentes, en particular las de Europa del Este, y se verá beneficiada por el aumento de los precios de las materias primas. No obstante, también sentirá el remesón sísmico de la inflación y la reacción de la política monetaria, no solo en el continente sino a nivel global, para controlar la inercia inflacionaria, así como el efecto del menor dinamismo de las economías de Estados Unidos y China, sus principales socios comerciales.

El FMI espera que Brasil crezca un tímido 0,8% este año, y México 2%. La región en su conjunto se espera tenga una tasa de crecimiento de 2,5% durante 2022 y 2023. Colombia sale mejor librada en las proyecciones de la institución multilateral con un estimativo de crecimiento de 5,8% para este año y 3,6% para el próximo.
Estas proyecciones más benevolentes con nuestro país reflejan el actual dinamismo de la economía colombiana, que durante febrero registró una expansión de 8,1% en términos anuales y un rebote intermensual de 1,6%, después de un enero flojo marcado por la resaca en actividad económica tras un vigoroso diciembre. Las cifras del mercado laboral de febrero también fueron positivas. No obstante, y a pesar del buen momento, el país no será ajeno a los retos de la coyuntura global.

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