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Analistas 05/05/2022

¿Banco Central en las calles?

José Ignacio López
Presidente del Centro de Estudios Económicos Anif

La actual coyuntura resulta retadora para los bancos centrales. La mayoría, fieles a su mandado, se ha volcado a retirar, en medio de presiones inflacionarias y en un contexto de recuperación, el estímulo monetario implementado durante la pandemia, buscando niveles de tasas de interés neutrales -que ni estimulan, ni desincentivan la economía. Algunos, enfrentando un desanclaje de las expectativas de inflación, han decidido llevar las tasas de interés a terreno contractivo. Los ritmos han sido diversos. Es válida la discusión de si el ritmo ha sido lento, o por el contrario apresurado. Colombia no es la excepción, y en el terreno de lo técnico, es razonable examinar si el Banrep ha tenido la velocidad de ajuste adecuado.

Lo sorprende de la discusión en nuestro país es que algunos sugieren que la autoridad monetaria debería cambiar completamente su accionar. Un conocido Senador le envió a la presidente de la Comisión Tercera, con motivo del informe de la Junta del Banrep al Congreso, una emotiva constancia, en la cual con una diatriba apasionada exhorta a la autoridad monetaria a “andar la calle”. Por más seductor que suene el mensaje, dicho llamado desconoce de manera medular el objetivo de tener un banco central independiente.

En un ambiente político polarizado, el concepto de independencia se ha reducido de forma caricaturesca a cuentas de cercanías de unos y otros con el actual Gobierno. Si bien, la independencia frente al gobierno es crucial, el concepto de autonomía es más profundo. La independencia es y deber ser frente a la tentación de estimular en todo momento la economía con política monetaria. En otras palabras, un banco central es efectivo en la medida que se abstiene de usar la política monetaria al son de la calle y de los cantos de sirena de políticos, afines u opositores.

Paradójicamente el Senador que invita al Banrep a recorrer las calles hizo parte de la Constituyente que le dio vida al actual arreglo. Quizás el Senador nunca entendió el marco teórico que justifica dicha autonomía. En un trabajo de 1977, merecedor del Premio Nobel de 2004, Kydland y Prescott formalizan el concepto de inconsistencia inter-temporal, una noción compleja, pero tan antigua como la poética historia de la Odisea, donde Ulises se amarra al mástil de su nave para evitar la tentación poderosa de unirse a las sirenas.

Barro y Gordon en un artículo de 1983 ilustran este concepto en el contexto del manejo monetario: un banco central que busca primordialmente estimular la economía termina generando inflación y falla en su capacidad de promover el crecimiento. El sustento teórico de un banco central independiente parte de la base de que los votantes en democracia reconocen la tentación de usar la política monetaria de forma oportunista, como lo harían ellos mismos o un gobierno, o un partido político afín o de oposición por motivos electorales, y delegan el manejo de dicha política a una institución autónoma cuyo mandato es explícito y acotado: controlar la inflación. Es la calle la que le delega al banco central el manejo de la política monetaria. Si no entendemos esto, será difícil preservar los beneficios actuales de tener una autoridad monetaria creíble, y será la misma calle la que más sufra las adversas consecuencias de un banco central prisionero de los afanes de la coyuntura, como ha ocurrido repetidamente en América Latina.

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