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Analistas 04/12/2020

¿Y el lado de la demanda?

Jorge Iván González
Profesor de U. Nacional y Externado

La negociación sobre el salario mínimo debería volver los ojos hacia la demanda. Los argumentos del gobierno, de los gremios, y de asesores como Santiago Levy, han puesto todo el énfasis en el lado de la oferta. Sus argumentos son dos. Y ambos de una simpleza preocupante. El primero afirma que los menores costos salariales estimulan el empleo. Y el segundo insiste en que la reducción de impuestos estimula la inversión.

En su editorial del 28 de noviembre, titulado Let’s Talk About Higher Wages (Hablemos Sobre Salarios Más Altos), el New York Times critica ambos argumentos, y muestra que no tienen fundamento en la realidad.

La relación de los mejores salarios con el consumo y la demanda, debería ser considerada de manera explícita en la mesa de negociación. Sobre el tema tributario habrá que volver cuando el gobierno presente su propuesta de reforma.

El editorial tiene un tono claramente keynesiano, y es optimista sobre el cambio de perspectiva que podría tener la administración Biden. Espera que ahora se le comience a dar relevancia a la demanda como motor del crecimiento, y eje de la recuperación. El punto de partida del análisis es contundente. En palabras de New York Times: “... el consumo conduce la economía, y si los trabajadores son mejor pagados pueden gastar más”.

El énfasis en el lado de la demanda no es nuevo. El editorialista recuerda que en 1914, Ford aumentó los salarios de manera significativa. El salario vigente oscilaba entre US$2 y US$3 día. Ford lo subió, de una sola vez, a US$5. Y no lo hizo guiado por un espíritu altruista. Su decisión estuvo motivada por tres razones que deberían hacer reflexionar al gobierno y a los gremios. En primer lugar, decía, si los salarios aumentan la ganancia crece a un ritmo mayor. Los trabajadores mejor pagados compran los automóviles, y la inversión de la empresa sube.

Las mejoras en productividad están acompañadas de un mayor excedente. La segunda razón tiene que ver con la demanda agregada keynesiana. Si el monto salarial global se eleva, los trabajadores gastan más. Y, obviamente, los empresarios venden más. Y la tercera motivación está relacionada con el ambiente laboral. En el mundo fordista es más factible llegar a un acuerdo entre los sindicatos y la empresa, ya que los intereses convergen.

Por los años de Ford, el fantasma del comunismo rondaba por todos lados. En 1917 Lenin se toma el poder en Rusia. En los años 30, Keynes le da sustento teórico a las intuiciones de Ford, y poco a poco se va consolidando el Estado del Bienestar, que alcanzó su mayor desarrollo en los países del norte de Europa.

En otros momentos, en Colombia también se le daba relevancia al lado de la demanda. En 1986 en el informe de la Misión Chenery se decía: “no hay evidencia de que los costos laborales hayan sido una causa fundamental del deterioro del mercado de trabajo en los últimos años”. Desde los 90 se comenzó a despreciar este tipo de diagnóstico.

La parcialización que tienen los gremios hacia el lado de la oferta pone en evidencia la falta de visión estratégica del empresariado colombiano. Y sorprende que esta lógica sea defendida de manera enfática por Fenalco. Es incomprensible que el gremio de los comerciantes piense que sus ventas aumentan cuando el salario baja. El primer aliado de los sindicatos en la mesa de negociación debería ser Jaime Alberto Cabal.

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