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Analistas 06/12/2019

La trampa de calidad

Jorge Iván González
Profesor de U. Nacional y Externado

A Colombia le fue mal en las últimas pruebas Pisa. En años anteriores al país le ha ido mal en las pruebas Pisa. Y, sin duda, a Colombia le continuará yendo mal mientras la educación no salga de la situación actual, que se podría calificar como trampa de calidad.

La trampa se podría definir de esta manera: en Colombia el gasto per cápita en educación primaria y secundaria es tan bajo, que no logra superar el umbral necesario para que los avances en la pedagogía y las técnicas de enseñanzas, se comiencen a reflejar en un nivel de calidad medio.

Los diversos estudios que se han realizado sobre el valor de la canasta educativa muestran que el país está muy por debajo del promedio de la Ocde. En primaria el costo niño-año en Colombia es cercano a $3 millones. En Francia el costo es de $20 millones. En Luxemburgo es de $40 millones. En Chile se acerca a $8 millones. Bogotá que completa los recursos del Sistema General de Participaciones con ingresos propios, está gastando $4,5 millones. Al interior del país, entre ciudades y regiones, las diferencias también son significativas. Al comparar la educación privada de calidad con la pública el abismo es sorprendente. En un colegio privado el costo niño año es de $20 millones.

En lectura, Colombia tuvo 412 puntos frente al promedio Ocde de 487. En matemáticas la diferencia es más notoria, 391 contra 489. Y en ciencias 413 frente a 489. En Chile los puntajes respectivos fueron 452, 417 y 444.

Para que los resultados de las pruebas Pisa comiencen a ser satisfactorios, Colombia debe aproximarse a un gasto de 8 millones niño año. A pesar de que la Comisión de Gasto, el Ministerio de Educación y el Gobierno Nacional reconocen la necesidad de aumentar el gasto en educación, los avances que se han conseguido son muy insuficientes.

En el país no se quiere aceptar que la calidad cuesta. Y, además, se olvida que a medida que las sociedades van avanzando, el gasto es educación es marginalmente creciente. La calidad requiere que haya una cantidad mínima de insumos y de condiciones de infraestructura. La planta física, la disponibilidad de textos en la biblioteca, la conexión a internet, la oferta de computadores, etc., tienen incidencia directa en el logro educativo. Por la forma como se distribuye el gasto para educación, la prioridad son los maestros, y los recursos para la calidad se consideran marginales. Son una especie de residuo.

Los intentos que se han hecho en el país por consolidar la capitación no han sido exitosos. Habría dos razones que explican esta situación. La primera es la falta de información. No se cuenta con la capacidad para hacerle el seguimiento a los niños en tiempo real. Los datos de los profesores también son incompletos. La segunda razón tiene que ver con el monto de gasto. Si éste es muy bajo, la capitación no es realista porque los recursos son insuficientes y, entonces, se deben buscar alternativas de financiación complementarias.

En la financiación de la educación se observa una creciente participación de los gobiernos locales, especialmente de las ciudades grandes. Este potencial fiscal se debe estimular. Y por el lado del gobierno nacional, se comete una nueva equivocación, al presentar al Congreso una reforma tributaria que aumenta las exenciones, y que agota el margen para aumentar el gasto en educación.

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