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Analistas 26/07/2013

Los ambiciosos incautos

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El mundo está llenándose de una especie de hombres y mujeres pertenecientes a una nueva generación de ambiciosos, iletrados e incautos. Me refiero al tipo de personas que insisten en querer multiplicar sus ahorros con unos rendimientos prometidos absolutamente improbables. La poca educación financiera en casa y en colegios, complementada con un deficiente o nulo conocimiento de las matemáticas; se suma a una cantidad de literatura “chatarra” que ronda en el mercado hablando de las bondades de la libertad financiera y de negocios multinivel.
 
Un esquema Ponzi, como el que utilizó Madoff, consiste en un fraude en el que se pagan utilidades a los inversionistas utilizando el dinero de aquellos que van entrando al negocio, en vez de utilidades reales. Por lo general se ofrecen rentabilidades muy por encima de lo disponible en el mercado, para atraer a los inversionistas. Esto puede funcionar por un tiempo, incluso muchos años, como en el mencionado caso Madoff, hasta que un número considerable de personas piden a la vez su dinero y entonces ocurre lo inevitable: el dinero que hay en la organización fraudulenta es muchísimo menos que el que se le debe a los inversionistas. Las utilidades nunca se generaron, como se les decía a las personas, y el asunto literalmente revienta. Entonces todos pierden su dinero.
 
No es lo mismo que un esquema piramidal, en el cual el contacto lo realiza cada persona en el sistema para poder generar utilidades, de lo contrario no genera nada. Al contrario de Ponzi, en este esquema el gestor no interactúa directamente con cada inversionista. Las pirámides además suelen atraer a personas con pobres habilidades matemáticas, ya que el asunto sencillamente “no suma”. En el esquema Ponzi, lo ofrecido puede ser razonable y creíble incluso para expertos, lo que atrae a inversionistas serios y reales.
 
Como si ya se hubiese borrado el recuerdo que nos dejó David Murcia Guzmán, capturado por presunta captación ilegal de dineros en Colombia bajo la modalidad de pirámide y posteriormente extraditado a Estados Unidos, los incautos se siguen multiplicando en diferentes regiones del país entregando sus ahorros a firmas que no están autorizadas por la Superintendencia Financiera para captar recursos en forma masiva y habitual bajo ninguna modalidad. Muchas firmas piratas están actuando en el mercado con el afán de tumbar a la gente y otras lo hacen para lavar activos,  especialmente en algunas regiones del país.
 
En lo corrido del año, la Superintendencia Financiera ha hecho ya 19 llamados de atención que reflejan la preocupación por el nacimiento recurrente de diversas firmas que, aunque anuncian estar sometidas a la inspección, nada tienen que ver con vigilancia de parte de esa entidad sencillamente porque no existen, son de papel, o son firmas de dudosa reputación.
 
Por las calles del país abundan volantes que literalmente lo único que buscan es estafar. Algunos ejemplos son: JP Morgan Corporación Financiera y la curiosa Financiera Nacional Procredit que difiere absolutamente del Banco Procredit de Colombia pero usan su nombre sin permiso para estafar. (Ver Imágen 1 e Imágen 2)
 
Adicionalmente, la Superintendencia ha emitido alertas sobre 6 posibles pirámides. La República tuvo acceso a los nombres de tres de ellas. Una que ha nacido bajo el nombre de Waaf Club, la otra que descaradamente se llama Egipto y la tercera recientemente mencionada por diferentes medios de comunicación como La Nueva DMG.
 
No podemos seguir haciéndonos los de la vista gorda y más adelante culpando a las autoridades por su deficiente desempeño. La sola captación de dineros del público se podría configurar como una actividad irregular y tipificarse como delito (artículo 316 del Código Penal) mediante el modelo de Pirámide o captación mediante pasivos. (Ver articulo 3).
 
La Superfinanciera ha dispuesto una página oficial donde aparecen todas las firmas vigiladas, pero es indispensable generar una cultura de consulta y denuncia para que el listado tenga validez. (Ver listado 4)
 
Como decían las abuelas: “de eso tan bueno no dan tanto” y la verdadera y única manera de multiplicar los ahorros es con un largo, lento y disciplinado trabajo. Los frutos y las rentabilidades no se generan de un día para otro. La recompensa viene siempre en el largo plazo.
 
Ñapa: los usuarios de Helm Bank reciben con prevención la noticia de la compra por parte de Corpbanca ya que algunos comentan que se va a perder la estética y cultura de servicio al cliente personalizado que Helm había construido por años, después de haber comprado el anterior Banco de Crédito. Ojalá mantengan el buen servicio.
 
 

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