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La marcha del pasado domingo fue un momento histórico de unión para Colombia. No fue, como la retratan los adeptos al Gobierno, una “marcha de intolerancia y oportunismo”. Fue un espacio de reflexión en el que miles de personas nos unimos bajo un mismo sentimiento: la solidaridad. Y, más aún, el rechazo firme a la violencia. Violencia que hoy tiene a Miguel Uribe debatiéndose entre la vida y la muerte.
Por supuesto que fue una marcha política, porque el silencio no significa sumisión. Colombia demostró que, frente a la amenaza latente de una deriva totalitaria, no se quedará de brazos cruzados. Eso no la convierte en una movilización partidista, y quienes insisten en reducirla a eso simplemente se niegan a ver el mensaje. Al parecer, el llamado del “pueblo” solo les importa cuando pueden manipularlo a su favor.
Sucede que cuando el “pueblo” clama que cese la violencia y denuncia el talante autoritario del Presidente, inmediatamente es tildado de oligarquía.
Resulta paradójico que, el mismo día de la marcha, Petro haya posteado mensajes en X que, en vez de acompañar el duelo nacional, incendian más al país. Empecemos con la hipocresía. Dijo, refiriéndose al asesinato de la representante demócrata en Estados Unidos, que “Desde Colombia, y desde todos los sectores de la política colombiana, rechazamos con profunda indignación el asesinato político de la legisladora demócrata Melissa Hortman y de su esposo en Minnesota”. Qué triste que no haya sido capaz de expresar una condena igual de firme -ni siquiera similar- al atentado contra Miguel Uribe. Su “indignación profunda” es selectiva.
Luego escribió: “Es tiempo de Paz y no de Guerra”. Lo dice el mismo presidente que, el 1° de mayo, declaró “Guerra a Muerte” desde la Plaza de Bolívar, y que el pasado 11 de junio firmó su ‘decretazo’ posando con la bandera de guerra.
¿Entonces? ¿En qué quedamos?
Después volvió a insinuar que Miguel Uribe está muerto -al hablar del “asesinato” y los “asesinos”-, volvió a decir que sus contradictores se acercan al fascismo, se robó los créditos de la marcha (como si nadie supiera que también era en contra de su lenguaje violento), motivó al “pueblo” para marchar en pro de Palestina, y terminó convocando a otra marcha para defender la consulta popular. Todo en un mismo día.
Pero esto no debe alejarnos del mensaje más tenebroso de todos. Un día antes de la marcha, en un X donde hablaba de la Fuerza Pública, Petro escribió que uno de sus objetivos es la “integración con las fuerzas públicas del mundo, comenzando con nuestros países vecinos, los países de la selva amazónica y Latinoamérica”.
¿No les parece sumamente peligroso? Estamos ad portas de que al Presidente se le ocurra formalizar una alianza -por qué no- con las fuerzas militares venezolanas.
No es coincidencia que hable de “Guerra a Muerte” y, poco después, de una integración internacional de la Fuerza Pública. Petro, como quien no quiere la cosa, nos está dejando entrever sus intenciones. Y el país, que va despertando, se pronunció en masivas marchas.
El silencio fue el primer paso. Es hora de defender la democracia.
El país ha empeorado en muchos sentidos desde 1991, cuando se cambió la Constitución. Impera la violencia, el legislador es mediocre y la justicia es ineficaz
Una vez se termine la legislatura, encontrándose la rama en vacancia judicial, el Gobierno argumentará que el país se encuentra ante una emergencia económica y social
La ausencia de análisis sectoriales y de mecanismos compensatorios afecta a las micro y pequeñas empresas, que representan más del 90% del tejido empresarial colombiano y operan con márgenes estrechos