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Analistas 04/01/2019

¿Será el 2019 un annus horribilis para Trump?

Gustau Alegret
Director periodístico de NTN24 en EE.UU.
Analista LR

Esta semana pasada comenzó un nuevo curso político en Estados Unidos. La presidencia de Trump enfrenta a partir de ahora un nuevo escenario, más complicado que el de los dos primeros años de gobierno. Tras la victoria de los demócratas en las elecciones de noviembre, los republicanos pierden el control de la Cámara de Representantes aunque mantienen el Senado. La veterana Nancy Pelosi, congresista por California, vuelve a hacer historia al asumir por segunda vez la presidencia de la Cámara y su veteranía no se lo va a poner fácil a la agenda política de Trump.

El año 2018 terminó mal para la Casa Blanca. Dimitió el secretario de Defensa James Mattis, una figura ampliamente respetada y vista como una influencia estabilizadora dentro de la administración. Trump decidió no escuchar a sus asesores y anunció el retiro de las tropas estadounidenses de Siria e hizo planes para sacar a las fuerzas estadounidenses de Afganistán, en contra, incluso de la opinión de sus aliados internacionales. Y el jefe de gabinete, John F. Kelly, dejó su cargo en diciembre y aún no hay un sustituto permanente.

Y el 2019 no ha comenzado mejor. El año arranca con un cierre parcial de la Administración por falta de acuerdo entre republicanos, demócratas y el mandatario. Cerca de 420.000 empleados públicos trabajan sin remuneración, ya que sus trabajos se consideran esenciales, y otros 380.000 están en casa sin sueldo. Trump insiste en que no va a aceptar un presupuesto del Congresos sin los 5.000 millones para el muro y los demócratas no van a autorizar un solo dólar para su construcción.

Pero, acuerdo para el presupuesto al margen, los demócratas tienen ahora en el Congreso poder de citación y pueden exigir respuestas sobre todo tipo de escándalos y errores en la administración del republicano durante los últimos dos años: la relación con Rusia, los negocios privados de la familia Trump, los cambios en el Departamento de Justicia o las decisiones de acabar con leyes de Obama en temas de energía o cambio climático. Hoy ya sabemos que las primeras audiencias del Comité de Energía y Comercio serán sobre cambio climático, Obamacare y la política de separación familiar. Incluso algunos avanzan con la idea de iniciar un juicio político al mandatario para removerlo, aunque el impeachment no tienen muchos simpatizantes, ni siquiera entre los demócratas.

Hasta ahora la presidencia de Trump han estado definida por un comportamiento guiado por su instinto irreprimible y demoledor. Ha intimidado, ha mentido y ha contribuido a desprestigiar aún más la política de Washington y su misma presidencia, y todo con el silencio cómplice –aunque incómodo– de la mayoría de republicanos. Pero en el 2019 el escenario será distinto.

En lo político, a la pérdida de control de la Cámara de Representantes se sumará la esperada presentación de las conclusiones de la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre los vínculos entre Rusia y la campaña de Trump en 2016. Y en lo económico, Trump tiene por delante una perspectiva incierta. Los efectos de su recorte de impuestos se está desvaneciendo, el crecimiento se está desacelerando en China y Europa, y la guerra comercial con China se está notando ya en el bolsillo de agricultores y miles de trabajadores, esto sin contar con el impacto que puede tener en el coste de los productos para los consumidores.

Como recuerda esta semana el The Economist, «en la primera mitad de su mandato [Trump] ha sido afortunado. No se enfrentó a ninguna sorpresa como la que tuvieron que enfrentar sus dos predecesores: el 11 de septiembre, Afganistán, Irak, la crisis financiera, Siria»; y llegó con «una economía en auge y los mercados financieros crecientes le dieron un aire de invulnerabilidad», una invulnerabilidad que puede desvanecerse muy rápido.

Este 2019 puede ser un annus horribilis para Trump.

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