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Analistas 23/03/2023

Transformando un país

Guillermo Cáez Gómez
Socio Deloitte Legal
GUILLERMO CAEZ

Desde la salida poco ortodoxa de Alejandro Gaviria del ministerio de educación, curiosamente ha permanecido en la sombra cuál va a ser la política de este gobierno en esa materia. Para cualquiera que haya leído esta columna -en los más de diez años que tengo el privilegio de escribirla- no es un secreto que uno de los temas que he abordado hasta la saciedad es la importancia de la investigación y generación de valor agregado en el país que permita que el sector productivo y la academia confluyan en un mismo escenario que impacte positivamente la agenda de los colombianos que no ven espacios para el desarrollo de proyectos de vida.

Tan solo basta con mirar modelos en otros países como Corea del Sur en los que la base de su desarrollo social y crecimiento económico estuvo basado en la investigación como pieza fundamental. En 1998 este país no estaba cerca de estar dentro de las veinte economías más importantes del mundo. Cuando este país decidió cambiar radicalmente el modelo a uno basado en la investigación, pasó de ser un país en vía de desarrollo, a en 2010 estar en los diez primeros lugares y tan solo en 2019 estar dentro de las cinco economías más relevantes.

El modelo coreano puede tener lugares grises, pero lo cierto es que el denominador común en las economías con mayor desarrollo social y financiero está fundamentado en la correcta interacción entre la academia y el sector productivo. Tan solo el estado de California en los Estados Unidos tiene más laboratorios en las universidades que todo Colombia unida. En estos laboratorios se resuelven problemas reales, retos empresariales que permiten combinar lo mejor de los dos mundos y con esto generar la sinergia que se necesita para hacer sostenible y circular los beneficios de esta alianza estratégica.

Y se preguntarán a qué viene todo esto. Hace poco tuve la oportunidad de conocer un modelo de educación del que estoy convencido puede cambiar el paradigma en Colombia. Este modelo se está aplicando en el Valle del Cauca, lejos de la pomposa Bogotá, muy cerca de zonas deprimidas y que ha demostrado como la simbiosis entre el sector educativo y el productivo con uso de la gamificación como herramienta, se logran resolver adecuadamente retos de las empresas, mientras los estudiantes de los colegios pueden no solo aprender de diversas materias, sino a generar proyectos productivos que impactan diferentes índices que hasta hoy han sido uno de los grandes dolores de cabeza de la política pública en educación.

Y sí, la gamificación y las metodologías aplicadas por una compañía que se llama Blueprint en el Liceo de la Amistad en Cali, han logrado dar en el clavo para resolver la sostenibilidad financiera del sistema educativo y la motivación a una generación que hoy está viendo como referentes a los creadores de contenido en redes sociales, lo que ha llevado a que con estos referentes se presente una mayor tasa de desescolarización por la poca motivación que genera un sistema educativo experto en un mundo que ya no existe y que busca educar a personas en un mundo que todavía no sabemos en qué lugar va a terminar.

El modelo aplicado exitosamente en el Liceo de la Amistad ha empezado a revertir la tendencia y está teniendo un efecto multiplicador que permitirá formar jóvenes con las habilidades del siglo veintiuno, con aprendizajes los suficientemente específicos como para aplicar a las industrias a las que hoy les resuelven retos, con la posibilidad de monetizar el aprendizaje y generar sostenibilidad a instituciones cuyo enfoque son poblaciones vulnerables. Este modelo estoy seguro de que revolucionará por completo el país. Guarden esta columna que en unos años verán los resultados.

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