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Analistas 20/05/2022

Dataísmo, doping o escopolamina

Germán Eduardo Vargas
Catedrático/Columnista

La tiranía de las mayorías derrota estadistas. Idiotas útiles, tendenciosos medios y encuestadores alteran el desempeño de los aspirantes, erigiendo estadísticas. Adaptando una frase atribuida a Tolstoi, los políticos valen «0»: representan fracciones cuyo numerador mide lo que son -o hacen-, y su denominador lo que fingen -o prometen-. Entre tanto, los electores nunca preguntan lo esencial, y creen conocer a los candidatos mediante los «números» que arrojan las encuestas (El Principito, IV).

Ejemplo reciente de «zombicracia», Francia reeligió a la derecha -disfrazada de centro- aunque desaprobaba la gestión de Macron. Aquí, las maquinarias usan magia negra para rifarse el balotaje, y la única Institución que sobrevivió al «terrorí-Fico» gobierno Duque fue la Corte Constitucional; ahora, interviene la campaña ante la complicidad o custodia de sus «ia»: pandemia, milicia y mala-ciencia; negligencia parlamentaria e incompetencia de los medios que exhiben militancia. Sin neutralidad, es «normal» que polaricen y fomenten el matoneo; reproduzcan estadísticas improvisadas, sesgadas o descontextualizadas, que responden con alternativas degenerativas a preguntas mal intencionadas. Así mismo, hacen eco a las anomalías estadísticas del Dane, que legitima violaciones constitucionales cuando maquilla el desempleo con el subempleo, y pone a la clase media al nivel de la pobreza, bajo el mínimo. Los sondeos subcontratados también distorsionan y condicionan.

Ley Campoamor, el Centro Nacional de Consultoría reconoció que, para favorecer a Fico, Semana.com manipuló “suposiciones e interpretaciones que no necesariamente son ciertas” (CambioColombia.com). Del mismo modo y en sentido contrario, “como son hechas a partir de datos, todas podrían ser correctas”. Agravando esos conflictos de interés, y nuestras crisis socioeconómicas, las auditoras realizan encuestas salariales (PwC, Deloitte o Mercer); seudocientíficas, las diseñan a la medida de muestras y es-tructuras arbitrarias, que deliberadamente pro-ducen desigualdad y corrompen la meritocracia.

Tantas encuestas son tóxicas sucedáneas de nuestras realidades y aspiraciones. Callejón sin salida, limitando nuestras alternativas, sus «hipatéticas» profecías desalientan al Voto en Blanco y estimulan la Abstención, negando escenarios viables mediante métodos incluyentes, que ponderan preferencias, como la Cuenta de Borda.

Finalmente, los «medios» adoptaron las dicotomías para adoctrinar. Cartelizada con el gobierno, y otros grupos de presión neoliberal, esa «infocracia» ejerce libertinaje de prensa y sentencia justicia por mano propia. Colmo de males, las mayoritarias minorías invisibilizan sus problemas desperdiciando el voto, y dispersan sus ruidosos discursos de discriminación positiva, que terminan neutralizados al competir entre sí, y contra el de la plena equidad.

Oportunista, por culpa de su Voto Útil, el Establecimiento acoge «advenedizos» como Duque o Fico, y celebra victorias pírricas porque tanta trampa, «parapolítica» y «vetocracia», anuló la existencia del proyecto país. A propósito, según el Good Government Index 2022, Colombia está peor que China y Rusia. Placeres culposos, el «trá-Fico» de contratos, indicadores y encuestas dejó de ser tabú, y afianzó la especulación con Falsos Positivos, tipo Fico: Duque II.

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