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ANALISTAS

Modas y Dogmas

martes, 15 de julio de 2014
La República Más
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Lamentablemente constituimos una nación y sociedad esnobista, adoradora per se de lo que venga de afuera, es decir del extranjero, sin importar que tan útil sea, cuanto sirve en nuestro contexto o cómo sacarle el mayor provecho al aplicarlo en esta geografía y cultura. De ahí mantenemos al garete, sujetos de veleidades y dictámenes que poco conocen como resolver nuestros problemas.

Por eso hablo de modas que solo sirven una temporada, si es que al menos nos identificamos con lo que significa su apariencia, sin que éstas sean patrones únicos a seguir, ni mucho menos la expresión de la solución que le sirve a todos. Es que exageramos nuestra admiración por todo lo que algunas élites consideren armónico y elegante, sin reparar el real beneficio para la población en general.

Igualmente los dogmas con su flor y nata, sobre todo en ciencia social, campo del conocimiento aún con tantas verdades por descubrir, pretenden volverse absolutos dueños de la verdad, con argumentos que se dan por firmes y ciertos, una suerte de axiomas que dada esa índole se tornan en inflexibles e intransigentes, con presunciones de certeza absoluta, libres y por fuera de cualquier duda.

Eso ha hecho que nuestro país al momento de implementar y ejecutar su modelo de desarrollo, de reconocida ultra ortodoxia, en algunos aspectos con saludables connotaciones, pero en muchos otros apegados a modas y dogmas dañinos, sin que sus predicadores sepan salirse del ámbito de acción definido por los linderos marcados en los concensos de las mismas, llenos de cortapisas y talanqueras.

Es así como por ese carácter que se evidencia en comportamientos caprichosos y volubles, visibles en la inconstancia y ligereza al definir la solución más favorable y por ende con el mejor futuro general, después del lánguido agotamiento del modelo de sustitución de importaciones, pasamos al neoliberalismo a raja tabla que aún padecemos y ahora pretende disfrazarse de la llamada tercera vía.

Con esto magnifico nuestro gusto por clichés y lugares comunes, coloquialmente expresados en lo que llamamos, “ni chicha ni limonada”, así seguimos apegados al laissez faire, aunque ahora se pregone “mercado hasta donde sea posible y Estado hasta donde sea necesario”; principio que nuestro medio soslaya su auténtico fondo y contenido, y acoge por ésta vía, sólo el infortunado Estado asistencialista.

Una revisión de lo acaecido al respecto y los exponentes que sobre el tema trajo invitados el gobierno nacional para hacernos un lavado de cerebro sin ton ni son sobre las bondades de la tercera vía en el marco de la paz, podrá hacer entender a que me refiero con mayor precisión. Sobre Tony Blair y Bill Clinton, representan países desarrollados y podrían interpretar bien el principio descrito por Guiddens.   

Sin embargo los casos de Ricardo Lagos y Fernando Henrique Cardoso, aunque se reconoce dejaron una positiva huella en sus países con políticas que pueden considerarse de ese corte, profundizadas por sus homólogos en Chile Michelle Bachelet y en Brasil Luiz Inácio Lula da Silva y ahora Dilma Rousseff; éstos aún no logran dar el salto al desarrollo equitativo y les falta mucho camino por recorrer.

Ni que decir de Felipe González, conocido como gran demagogo del asistencialismo y el Estado de Bienestar, pero con espurios resultados en materia económica y social como los muestra España, que tienen a ese país en uno de los contextos más complicados y amenazados dentro de la Unión Europea, evidenciado en sus pobres indicadores fiscales, industriales y de empleo.

Así las cosas si lo que sinceramente desea el gobierno es reformar la base usada para intervenir positivamente los mercados, deberá hacer un alto en el camino y estar dispuesto a incorporar medidas creativas y novedosas contra los desgastados esquemas de proteccionismo y  subsidio, para con base en los acertados incentivos y estímulos, movilizar los recursos más convenientes para modernizar estructuras.

Propongo entonces pasar de la tercera vía al camino colombiano, dejar arribismos y reafirmar nuestra autoestima y confianza pero también cancelar el estar supeditados a cartillas desgastadas y perversas. Buscar por nuestros medios caminos que permitan alcanzar el deseado progreso y creer que podemos, unidos sí y sólo sí a la inversión correcta, el capital humano y emprendedor de clase mundial que ayude a construir la genuina verdad que merecemos. Para eso habrá que derribar múltiples modas y dogmas.

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