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Analistas 28/11/2019

Políticas incrementales y disruptivas

Germán Bolívar-Blanco
Analista y consultor

Las políticas públicas entendidas como el Estado en acción conforme la definición de André-Noël Roth, profesor suizo colaborador de varias universidades públicas colombianas como la Nacional y del Valle, determinan los trayectos de los países, siendo algunas virtuosas, otras tortuosas y la gran mayoría inocuas, viciosas o más bien pro estatus quo, en tanto perpetúan regímenes caracterizados por la inocuidad para acabar desequilibrios y resolver las necesidades sociales; todas las cuales se dan en sistemas democráticos de derecha, de izquierda y los que dicen gravitar en el centro.

Conviene entonces diferenciar a las políticas públicas, en inglés denominadas policies o policy, de la actividad política propiamente dicha conocida en inglés como politics, es decir aquella que estudia el acceso y mantenimiento del poder; en tanto las primeras resultan de la última o, mejor dicho, las primeras dependen o son producto de la última. De ahí surge el interés por las primeras que resultó del cuestionamiento de Sharpe y Newton (1984), sobre cómo afecta la actividad política a las políticas públicas, que desencadeno su análisis reciente.

Así las políticas públicas convertidas en una suerte de derivación de la ciencia política, apelan a su rigor académico y metodológico y tienen muchísimo camino por recorrer en cada país respecto de identificar su naturaleza e impacto, para algo más importante, apelar a las mejores prácticas mundiales al momento de diseñar, implementar y evaluar su desempeño, cuando se atienden las demandas sociales, económicas y ambientales; en tanto se desenvuelvan en sistemas políticos democráticos o al menos democracias imperfectas como acá, con mucho por mejorar en todo.

De ahí el correcto estudio y análisis de las políticas públicas puede servir para despejar muchos de los caminos pendientes por encontrar y atravesar para lograr el desarrollo equitativo y sostenible, gracias a la gestión requerida en todos los planos de la acción pública, vale decir en todas las ramas del poder desde el ejecutivo y legislativo, hasta el judicial, para verdaderamente reivindicar la actividad política y el ejercicio del poder público, tan desprestigiado y vilipendiado en todo el mundo, pero al mismo tiempo la única alternativa válida para el ordenamiento social, siendo imperativo comprometer a la ciudadanía.

Para esto resulta útil reconocer sobre todo a las políticas públicas virtuosas, por ser aquellas a las cuales debemos recurrir para justamente encontrar esas rutas que nos permitan transitar al menor costo y de la manera más rápida, hacia el anhelado crecimiento integral para todos, que garantice la supervivencia a las futuras generaciones.

Al respecto, la gran mayoría de las respuestas virtuosas pueden definirse como de carácter incremental, es decir siguen un camino paso a paso de mejoras continuas conforme a Lindblom (1992), pero también vale recurrir a la terminología de la innovación para buscar aquellas políticas públicas disruptivas, es decir capaces de lograr transformaciones radicales en lo social y económico, que signifiquen revoluciones pacíficas y silenciosas para conjuntamente habilitar el rumbo deseado.

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