Innovación y productividad

Investigo hace 35 años la crucial relación entre innovación y productividad para el desarrollo equitativo, dinámico y sostenible, siendo fundamental basarme en la adecuada interpretación, contextualización y articulación de estos claves y determinantes conceptos, para desplegar política pública, programas y herramientas que edifiquen ecosistemas virtuosos en tal dirección.

Han pasado más de ocho gobiernos, desde Gaviria y su gran revolcón social, que terminó en puro revolcón neoliberal y ahí nos quedamos con el progresista Samper, a Pastrana, Uribe I y II, Santos I y II, Duque y ahora Petro el socialista; que frente a estos conceptos han exhibido una retórica donde supuestamente todo lo hecho está bien y han apelado para ello al discurso tecnocrático con especialistas de lujo, que no han incorporado en las agendas el debido manejo a estos neurálgicos temas.

Por eso nos mantenemos en “la locura de hacer lo mismo una y otra vez, a la espera de obtener resultados diferentes”, frase atribuida sin prueba a Einstein, demostrada en que llevamos ese tiempo en procura de fortalecer las frágiles capacidades productivas locales, que está bien y se requiere, pero descuida lo estratégico para el desarrollo productivo que lleve al rebalanceo favorable frente a las lógicas del comercio global y necesidad fiscal.

Para potenciar estas desaprovechadas variables hice propuestas esos tiempos, razón de eso la da los artículos publicados en este privilegiado medio, 10 sobre productividad, más de 50 acerca de innovación, entre los cuales cinco escritos sobre su relación; en algunos mandatos con mayor afinidad y esperanza de servicio, pero siempre con enorme decepción por el valioso tiempo perdido en todas las orillas políticas.

Coincido con el Nobel Krugman, “la productividad no lo es todo, pero en el largo plazo es casi todo”, así las cosas, resumiré en dos párrafos la propuesta de valor que promuevo. Sabemos que la productividad tiene tres componentes, laboral, total de los factores y marginal; donde el gran vacío y descuido está en el tratamiento dado a la productividad total de los factores, en especial al gestar y fomentar nuevas capacidades que nos inserten en la economía del saber hacer, junto a las cadenas globales de suministro, sin tanta demagogia asfixiante.

Comprender las fuentes naturales de la innovación y en lugar de solo luchar por subir el gasto en investigación y desarrollo, que se debe dar, trabajar también en establecer alianzas con los dueños de las fronteras del saber basados en las patentes, indicador por antonomasia de innovación, que en 2015 según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, eran 83% de corporaciones, 14% individuales y solo 3% para universidades, centros de investigación y entidades gubernamentales en conjunto.

Trabajar en esa dirección es mi foco sustantivo, atraer inversión en sectores con alto grado de eslabonamiento productivo y pendiente elevada en la curva de desarrollo tecnológico, para algún día tener una industria líder y soberana en alianza con las corporaciones con las mejores prácticas ASG en movilidad sostenible, medicina integral y seguridad digital; frentes con todo por hacerse.