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Analistas 25/11/2020

El cementerio de proyectos olvidados

Esteban Valencia
Analista
Analista LR

Así como en el mundo creado por Carlos Luis Zafón en su tetralogía literaria existe un cementerio de libros olvidados, en cada entidad gubernamental colombiana existe un cementerio de proyectos olvidados.

Estos cementerios están llenos de decenas de planes, proyectos, e iniciativas de todo tipo creadas por previas administraciones y que han sido enterradas no porque no son viables, o útiles, sino porque perdieron su apoyo político en el vaivén de los ciclos electorales.

En nuestra búsqueda por reactivar la economía y el empleo del país a través de una expansión de gasto público, revivamos estos proyectos de infraestructura que han sido olvidados, que ya están estructurados y solo necesitan del apoyo político y la firma en la chequera de nuestros gobernantes para ser implementados.

El gobierno nacional y los gobiernos subnacionales ya decidieron aumentar el gasto público para reactivar la economía y el empleo, y eso nos ahorra una discusión. Según el Dane, sabemos que los trabajadores más afectados por la crisis han sido los que tienen bajos niveles de educación y bajos ingresos. Esto les da a los gobiernos muy poco tiempo para actuar y los reta a generar empleo para las poblaciones que no tienen alto capital humano.

Los cortos tiempos no les deja a los gobiernos mucho espacio de maniobra, y los fuerza a buscar soluciones que puedan contratar directamente. Ahí es donde entra la construcción, la cual la contrata directamente el Estado y no requiere establecer programas y estructuras adicionales de contratación como lo demandan otros programas de empleo.

Pero el reto de la construcción de grandes y medianos proyectos de infraestructura es que requieren largos procesos de estudios y planeación. Lo bueno, como se menciona previamente, es que las administraciones pasadas de las entidades gubernamentales han dejado decenas de proyectos de infraestructura casi listos para implementar.

Solo para poner un ejemplo, en Cali, la administración pasada dejo un plan robusto, detallado y estructurado para reforzar y ampliar las 362 sedes de colegios públicos en la ciudad.

De las cuales, la mayoría, según un estudio del Banco Mundial y la Universidad de los Andes, superan la capacidad de número de estudiantes permitidos por ley y corren un alto riesgo de colapso si se presenta un sismo en la ciudad.

Hace un mes, el Concejo de Cali le aprobó al alcalde Jorge Iván Ospina un préstamo de $650.000 millones para reactivar la economía de la ciudad, pero no se detalló cómo se van invertir esos recursos. En vez de arrancar desde cero con proyectos nuevos que tardarán años en iniciar obra, esos recursos se deben invertir en proyectos como el plan de infraestructura educativa mencionado previamente.

Es importante aclara que dentro de estos cementerios hay proyectos que no son viables, están incompletos, o han perdido relevancia, pero también hay proyectos que su único defecto es que los desarrollaron y promovieron opositores políticos de los gobernantes actuales.

En otras palabras, en varios casos, lo único que impide la implementación de estos proyectos es el orgullo político de nuestros mandatarios. Me refiero a ese sentimiento que lleva a nuestros políticos a diferenciarse y rechazar todo lo que no viene de su línea de pensamiento o partido, aun cuando eso se significa tomar una decisión que no le conviene al país.

Si nuestros gobernantes de verdad quieren reactivar la economía, ayudar a los más afectados por esta crisis, y hacer esto de una manera estratégica y rápida, deberían poner al lado su orgullo político y revivir proyectos de infraestructura que se encuentran enterrados en el cementerio de proyectos olvidados.

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