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Analistas 14/03/2024

Sin contrato social

Eric Tremolada
Dr. En Derecho Internacional y relaciones Int.

No es usual que un Primer Ministro no esté autorizado para aterrizar en su país y quede varado en un aeropuerto extraño esperando poder volver. No obstante, ese es el caso de Ariel Henry, Primer Ministro de Haití, varado en Puerto Rico, sin posibilidad de ingresar al país que dirigía. Y si bien en los tiempos que corren, no es fácil sorprendernos y menos si se trata del sufrido Haití, el que esté tan cerca de la anarquía es preocupante.

La violencia es casi absoluta, incluido Puerto Príncipe, donde las bandas atacaron el Palacio Nacional e incendiaron parte del Ministerio del Interior con bombas molotov. Hechos que sucedieron inmediatamente después de un ataque sostenido contra el aeropuerto internacional, que permanece cerrado.

Una multiplicidad de causas podría explicar las razones por las que se llegó a esta situación, sin embargo, la constante estructural es la inexistencia de un gobierno fruto de un contrato social, como bien lo señala Jake Johnston, no hay quien represente a la población y no hay quien rinda cuentas, “en los pasados 30 años y poco más, hemos visto la externalización del Estado haitiano. Aun antes del terremoto de 2010, un 80% de los servicios públicos en Haití era controlado por actores privados. Ya sea organizaciones sin fines de lucro, iglesias, bancos de desarrollo y el sector privado, pero no el Estado”.

Si bien en muchos países el Estado no está muy presente en la vida de la gente, en Haití es una ausencia casi absoluta en servicios públicos, seguridad y democracia. El citado investigador del Center for Economic and Policy Research en Washington, Jake Johnston, en su libro Aid State: Elite Panic, Disaster Capitalism, and the Battle to Control Haiti (2024), recuerda que son los Cascos Azules de las Naciones Unidas los que han proporcionado la seguridad y los organismos multilaterales, en general, los que han hecho lo propio con la democracia, “las elecciones en Haití han sido financiadas, diseñadas y finalmente legitimadas por actores externos” y, por ello, concluye que la inestabilidad constante obedece a que el Gobierno no tiene un mandato real.

Un cúmulo de intervenciones militares, de ayudas humanitarias fallidas, añade Johnston, han contribuido a la situación de Haití. Para él “las políticas puestas en marcha por actores extranjeros como EE.UU. y las Naciones Unidas, con la ayuda de una élite local, desplazaron al Estado haitiano, dejando al país en una continua inestabilidad”. La minúscula oligarquía haitiana, está insertada en la economía global y tiene negocios en EE.UU., en especial, en sus cadenas de suministros. La crisis actual es un reflejo de esa dependencia. En una entrevista antes de que renunciara el primer ministro haitiano Johnston, precisa que Ariel Henry fue nominado a su cargo antes del asesinato de Jovenel Moïse. Luego del magnicidio, imponiendo legitimidad desde el extranjero, Henry llega a ser Primer Ministro con el apoyo expreso de la comunidad internacional. La imposición de gobiernos por actores extranjeros, como pasó en Afganistán, o en otros lugares, no es sostenible.

Leyendo esta investigación, queda claro que para Jake Johnston es más lo que resta que lo que suman las organizaciones internacionales y los gobiernos extranjeros, y sin darle la razón del todo, lo que sí está claro es que los haitianos hace mucho no deciden su futuro.

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