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Analistas 11/12/2013

Las enseñanzas de Mandela

Eduardo Verano de la Rosa
Gobernador del Atlántico
La República Más
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Nelson Rolihlahla Mandela deja un legado sobre cómo el liderazgo pacífico catapulta grandes transformaciones en una sociedad. Fue el más grande líder africano del siglo XX y el que más avanzó en la igualdad racial.

De sólidas convicciones, abandonó rápidamente los privilegios de los partidos tradicionales que, en su época, apoyaban la dominación británica a Sudáfrica y optó por la creación de sus espacios políticos.

Genio de la política con una enorme habilidad, divisó oportunidades políticas donde los demás solo veían divisiones y conflictos. Las situaciones más adversas las giraba a favor de su causa y logró acrobacias políticas imposibles que consolidaron su actitud de negociador permanente. 

Logró desmantelar, a través de inmensas batallas políticas, el ‘Apartheid’ que impuso el partido Afrikaner entre 1948 y 1994. 

Es famosa su expresión “Derribar y destruir es muy fácil. Los héroes son aquellos que construyen y que trabajan por la paz”.

Mandela es un símbolo de la filosofía que impuso Gandhi de la NO violencia, a pesar de que todas sus acciones fueron respondidas con más violencia. Por eso señalaban de inútil su actitud pacífica, que no era bien comprendida.

Su herramienta predilecta fue la “negociación”. Sabía ponerse en la piel de sus enemigos, entender sus puntos de vista, estudiar sus puntos débiles y aplicar el arte de la seducción política como elemento de negociación. 

Sin ninguna duda, su férrea voluntad se fortaleció en la cárcel luego de ser condenado a cadena perpetua en la prisión de Robben Island. Utilizó todo ese tiempo para analizar, estudiar y consolidar su plan de independencia en Sudáfrica, que puso en marcha una vez salió del centro de reclución.

Su gobierno fue exitoso porque cerró las heridas que dejaron 50 años de opresión estatal, de allí que reformara instituciones oficiales para acoplarlas a una nueva manera de manejar el país y pusiera los intereses de su partido por encima de sus intereses personales, y los intereses de la nación por encima de los de su partido. 

Además, logró entregar un país distinto al devastado por la guerra civil y superar barreras raciales que permitieron hacer crecer a una clase media urbana, acomodada y multiracial con capacidad económica para vivir mejor. 

Encontró una sociedad donde había una clase muy rica y privilegiada que contrastaba con otra muy pobre y discriminada. A pesar de ello, logró cerrar la brecha de la pobreza. Lo hizo buscando elementos de gobierno que le permitieron mejorar las condiciones de vida de su gente al colocarlas en condiciones de humanidad.

“La pobreza no es natural, es creada por el hombre y puede superarse y erradicarse mediante acciones de los seres humanos. Y erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia”, otra de sus frases de batalla.

Hoy nos queda la obra de John Carlin, autor del libro ‘El Factor Humano’, que fue llevado al cine por Clint Eastwood en el año 2009, con el título ‘Invictus’. En él, narra como Mandela utiliza el fútbol - rugby, que era el deporte estrictamente de los blancos, para impulsar la unión de los ciudadanos de Sudáfrica: trabajaron juntos para ganar el campeonato mundial.

Para las luchas internas en Colombia es mucho lo que nos enseñanza, en especial, para el Proceso de Paz, que no debe ser un acto de restricción sino de negociación en la que ambas partes deben de hacer todo lo posible para buscar concesiones en las que participe la sociedad entera con sus partidos y movimientos. 

Lo mismo acontece con nuestra lucha por la Autonomía Regional, porque nos enseñanza cómo debemos construir los espacios políticos por difíciles que parezcan. “Siempre parece imposible hasta que se hace”, argumentaba.

Su espíritu de lucha, su capacidad de negociación, su convicción en la búsqueda de sus intereses, son los grandes legados que nos deja Nelson Mandela y que se ajustan fácilmente a nuestro propósito de fortalecimiento de las regiones de cara al posconflicto que está a la vuelta de la esquina, porque “el arma más potente no es la violencia sino hablar con la gente”, profesaba.

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