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Analistas 21/01/2025

Entre Plateados y Catatumbos

César Mauricio Rodríguez Zárate
Teniente coronel (RP) PhD. Research Associate Leiden University

Se advirtió y se insistió. Negociar sin reglas claras con criminales que se denominan revolucionarios, es una estrategia de engaño al país que ellos aprovechan solo para fortalecerse. Con más de 3.000 desplazados, 60 muertos en una sola semana y una crisis humanitaria sin precedentes en los últimos años, el Catatumbo se convierte en un escenario más de los muchos que están por estallar en el país.

No han pasado 90 días desde el anuncio de una intervención en El Plateado (Cauca), que como suele ocurrir, se limitó a una acción militar, y ya se presenta otra situación crítica de seguridad en una de las tantas regiones afligidas por el descarado avance territorial de disidencias y crimen organizado en los últimos años.

Las lecciones de los conflictos en el mundo indican que a la paz se llega cuando se somete a uno de los actores a condiciones de desventaja política, militar y de subsistencia, que lo obliguen a negociar unos mínimos para evitar que continúe esa confrontación. No es con discursos ni con improvisación o posiciones tímidas que indignan y solo benefician a los criminales. Como decía Churchill: “El que se humilla para evitar la guerra, tendrá la humillación y también la guerra”.

La paz pasa por una maestría de contexto y habilidad política que combina todas las capacidades del Estado, diplomáticas, militares, de estrategia comunicacional y de anteponer unas líneas rojas que permitan ejercer suficiente presión contra el ilegal, haciéndole entender que no tiene otra salida que la negociación, con los tiempos y reglas que impone quien tiene la ventaja. Pero infortunadamente esas condiciones hoy no están dadas.

Como los ilegales saben que perdimos esa ventaja, se burlan del pueblo colombiano y por eso no les interesa la paz. Ahora que se requiere de la capacidad de la Fuerza Pública para enfrentarlos, encontramos un sentimiento generalizado de desmotivación y rabia por el terreno perdido que tanto costó recuperar durante estos años y por los mensajes contradictorios que parecieran beneficiar a quienes infringen la ley.

Al haber improvisación, tampoco se han preparado unas condiciones jurídicas, de integración operacional conjunta y coordinada, como en otrora, que potencien capacidades institucionales y que también vinculen las autoridades regionales, que brinden herramientas y presupuesto a gobernadores y alcaldes para fortalecer la seguridad en las regiones y finalmente, a la Fuerza Pública: que asegure garantías a sus integrantes para enfrentar este tipo de amenazas con recursos, respaldo y voluntad política.

Hablar de voluntad de paz en estos grupos es una utopía, su naturaleza es producir crimen mediante el terror. Prueba de ello, son las públicas evidencias del IV Congreso del ELN -máxima instancia de planeación criminal-, donde se trazaron tres estrategias: influenciar el poder regional; infiltrar la movilización social como estrategia de desestabilización, la que emplearon en 2021; y presionar al gobierno demostrando “capacidad” con ataques de alto impacto, para lo que crearon el Frente de Guerra Urbano Nacional, Fgun.

Esa estrategia se vio replicada en crueles atentados terroristas y sucesivos paros armados. El 17 de enero de 2019, el más atroz, en un claustro universitario contra estudiantes desarmados, que arrebató la vida a 22 jóvenes que cursaban sus estudios profesionales en el alma mater de la oficialidad policial, la Escuela de Cadetes General Santander. Para sus familiares nuestro homenaje, la Policía no ha escatimado un día en llevar a la justicia a todos los responsables.

Otras regiones son una olla a presión y presienten la misma suerte: Sur de Bolívar, Nariño, el Cesar, donde la semana pasada atacaron con explosivos una patrulla de operaciones especiales de la Policía, el Valle y los alrededores de Cali, asediados por disidencias; Chocó, donde secuestraron un intendente de la Policía la primera semana del año; Arauca, y así sucesivamente muchos más Plateados y Catatumbos. Es la bomba de tiempo que le quedará al próximo Gobierno. Entre tanto, a nuestros gobernadores, alcaldes, militares y policías, siempre nuestro acompañamiento en su esfuerzo por procurar seguridad.

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