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Analistas 19/05/2018

Consulados y mercadeo

Carlos Fernando Villa Gómez
Consultor de Mercadeo

Hablar de los consulados colombianos y lo que trabajan por el mercadeo del país, por lo que en la mayoría de ellos se hace para generar y mantener mercados, en todos los sentidos, es triste, desconsolador y hasta generador de rabia, no solo por la impotencia que se siente sino también por apreciar lo que se puede hacer y no hacen.

Las críticas que desde hace tiempo se han hecho sobre ellos y quienes ocupan esos cargos diplomáticos no han sido pocas, y, lo más triste, desatendidas por el gobierno, en especial el que está por terminar (¡gracias a Dios!).

Durante los primeros años de la década de los 80, cuando tuvimos el honor y la oportunidad de desempeñar ese cargo en Nueva York, comenzamos una actividad orientada por el marketing (interno y externo), y algo pudimos lograr trabajando con el apoyo de las autoridades consulares y algunas entidades de quienes sienten y llevan por dentro el orgullo de ser colombianos; algo porque no hay política mercadológica que permita continuidad de lo que se puede implementar en un período de tan corta duración, dejando en manos de los funcionarios de turno lo que se pueda hacer desde el mercadeo, pero que cuando tampoco se conoce, es imposible un marketing consular de país.

Conferencias, búsqueda de contactos con y para los diferentes sectores, entrevistas, actividades varias y muchas otras acciones pueden desarrollarse para buscar participación del mercado y compromiso del mismo, de nacionales y extranjeros, tratando de alcanzar lo que Paul Manssur dijo refiriéndose al mercadeo: “es la acción adelantada de manera continua para mejorar constante y continuamente el nivel de vida de todos”.

Pero lo que ha sucedido desde hace varios años, y últimamente durante los meses recientes con los procesos de inscripción y procesos facilitadores para los comicios que se vivirán en los próximos días, dejan ver claramente que no solo no existe mucho interés por lo que pase con el mercado de colombianos en el exterior, sino que tampoco demuestra mayor interés por generar y mantener clientes (mercados) por y para el país.

Los horarios de atención, la forma como se atienden inquietudes de toda índole, el uso inadecuado de la tecnología que lleva hasta el desespero de quienes pretenden averiguar acerca de trámites y requisitos, entre otros, la falta de capacitación de tantos funcionarios y de los mismos cónsules, y, muy triste, el desconocimiento sobre el país, son algo que muestra a las claras que no existe mayor interés por hacer de ellos (los consulados) lo que podría ser un verdadero trabajo de marketing.

Es cierto que existen procesos para capacitar a quienes se nombrar para desempeñar funciones consulares, pero dejan mucho qué desear porque lo que se ve por fuera es triste y preocupante.

La falta de acción, la indiferencia, el desconocimiento, la inoperancia y más, son algunas de las razones por las que hemos criticado a los consulados, antes, durante y después de nuestro paso por la sede del de la capital del mundo, aclarando, como al principio, que no son todos, mas si la mayoría.

La esperanza es que el próximo gobierno, que pronto iniciará y que esperamos quede en manos de quien más conoce el y del país y todo lo que se puede hacer y con qué, como el Dr. Iván Duque, tome cartas en el asunto y logre hacer que los consulados desarrollen una verdadera actividad mercadológica por el bien de todos, nacionales y extranjeros.

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