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Analistas 14/03/2024

¿Nos guían mediciones obsoletas?

Carlos David Alape Gamez
Economista y estudiante de Administración Pública Esap

El crecimiento del PIB por hora trabajada disminuyó en Colombia (-0,7%), Chile (-6,3%), Costa Rica (-4,6%), México (-0,4%) y Estados Unidos (-1,6%).

Foto: Gráfico LR

El reciente informe publicado por la Organización para el Crecimiento y Desarrollo Económico (Ocde) titulado “Compendio de indicadores de productividad 2024”, despertó preocupación y controversia entre los analistas y hacedores de política. La medida del crecimiento del PIB por hora trabajada proyectada reveló una reducción en gran parte de las economías mundiales, entre las que destacan las latinoamericanas y, sorpresivamente, la norteamericana.

El equipo técnico de la Ocde atribuye estos resultados a conflictos internacionales entre Rusia-Ucrania, reducción de la inversión extranjera directa y a costos inflacionarios. El crecimiento del PIB por hora trabajada disminuyó en Colombia (-0,7%), Chile (-6,3%), Costa Rica (-4,6%), México (-0,4%) y Estados Unidos (-1,6%).

Sin embargo, el informe carece de análisis en la metodología empleada para medir la productividad, lo cual es crucial y es ahí donde concentro mi atención. La metodología La-Klems, ha sido ampliamente utilizada, aunque ha sido objeto de críticas por su limitación, según destacados economistas como Jorge Iván González.

La metodología La-Klems omite numerosos factores relevantes debido a la función económica que la sustenta. Desde este punto de vista, planteo que la productividad ha sido estimada por la Ocde y, en última instancia, por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) a través de la función de producción clásica Cobb-Douglas. Sin embargo, esta medida suscita múltiples problemas, siendo el más notable la subestimación, ya que esta función no logra capturar todos los factores que influyen en la dinámica económica.

El enfoque actual de la Ocde y el Dane se limita a seguir midiendo que tan productiva o improductiva es una economía, utilizando métodos económicos obsoletos, ignorando la complejidad del sistema económico actual. Al centrarse en la función Cobb-Douglas, que presupone rendimientos decrecientes, se pasan por alto las economías de aglomeración y la economía popular presentes en la mayoría de las economías latinoamericanas.

Si bien el fomento del crecimiento empresarial puede impulsar la dinámica económica, especialmente en sectores clave como la construcción, que generan empleo, este crecimiento se produce bajo economías de escala que no son consideradas por la función Cobb-Douglas, lo que lleva a una subestimación de la productividad.

Por otro lado, aunque la economía popular no se refleje directamente en la función Cobb-Douglas, su importancia radica en su contribución a la inclusión social, la construcción de redes comunitarias y el empoderamiento de comunidades vulnerables y marginadas.

Para cambiar el paradigma de esta medición obsoleta, predominante en organismos internacionales como la Ocde, no basta con analizar el crecimiento del producto y su relación con la población económicamente activa. Es necesario considerar la capacidad productiva a nivel local, a través de la participación en la economía popular, e incorporar las economías de aglomeración en el cálculo de la productividad. Este enfoque permitirá aprovechar todos los factores disponibles en las economías, promoviendo una mayor competitividad y un desarrollo económico más inclusivo y equitativo para todas las poblaciones.

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