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Analistas 19/05/2022

Déjà vu

Andrés Otero Leongómez
Consultor en Investigaciones e Inteligencia Corporativa

La decisión de la semana pasada de la procuradora, Margarita Cabello, de destituir al alcalde de Medellín, Daniel Quintero, me deja el sentimiento de que estamos repitiendo la película del procurador Ordóñez con el entonces alcalde, Gustavo Petro. Parece que no aprendemos la lección. En la mitad de un proceso electoral, con un alto grado de polarización, justicia politizada, noticias falsas y funcionarios públicos interviniendo en las campañas, lo difícil para la Procuraduría y para las autoridades del momento es “no hacer nada”, como bien le recomendaba Churchill a la Reina Isabel.

‘Pinturita’ -al igual que Petro- están dedicados a provocar a las autoridades para justificar su narrativa y graduarse de mártires. Tiraron la carnada y desafortunadamente la Procuradora, al igual que el general Zapateiro y el presidente Duque, mordieron el anzuelo. La estrategia de la extrema izquierda es venderle a su base que la derecha no los va dejar gobernar. Utilizarán esa narrativa para convencer a los colombianos que les robaron las elecciones, que les dieron un golpe de Estado y que sus vidas están en peligro. Nada mas lejano de la realidad.

Disfrazarán las vías de hecho de protesta social y seguirán incendiando las ciudades hasta forzar una constituyente. Ellos entienden que una cosa es llegar a la Presidencia y otras muy distinta, perpetuarse en el poder -como sus pares en la región-. Aprovecharán los mecanismos democráticos y de participación ciudadana para buscar un cambio en las reglas del juego -y de modelo económico- como ocurrió en Nicaragua y Venezuela y ahora está sucediendo en Chile.

Entiendo a quienes sostienen que, si un funcionario público comete una falta disciplinaria o un delito contra la administración pública, debe pagar por ello y debe ser sancionado por la autoridad competente de manera preventiva. Sin embargo, la política es como una partida de ajedrez. Hay que ser estratégicos y pensar bien la siguiente jugada, pues en muchas ocasiones, la movida más obvia no es la correcta para llegar al jaque.

Si Ordóñez no hubiera intentando inhabilitar a Petro, seguramente ‘el señor de las bolsas’ hubiese pasado a la historia como un alcalde más del montón -ineficiente y corrupto- como muchos de sus antecesores. La fuerte sanción que le impuso no solo le abrió la puerta para pedir medidas cautelares ante la Cidh, sino lo graduó de líder de la oposición y le brindó una plataforma electoral. Si no los hubieran destituido, tanto Petro como Quintero no se habrían contenido y seguramente hubiesen terminado presos por corrupción como los hermanos Moreno Rojas. Los salvó la campana.

Cuando estamos apenas a una semana y media de la primera vuelta presidencial, no hay que dar papaya. Dejemos de repetir como loras y retweetear que estamos ad portas del peor fraude electoral; que es necesario destituir al Registrador y aplazar las elecciones; que las campañas están infiltradas; o que los rusos y los venezolanos van a ‘hackear’ las elecciones.

Toda esta narrativa de caos, corrupción y falta de credibilidad en las instituciones, al único que beneficia y fortalece es al personaje que lleva casi cuatro años destilando odio y fomentando la lucha de clases. Y no nos demos por vencidos, así Vicky y sus nuevos jefes nos lo traten de vender como todo un ‘estadista’, porque no lo es.

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