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Las multiplataformas y redes de streaming, hoy, se adaptan masivamente como ninguna otra forma de comunicación. Ofrecen escenarios virtuales que crecen exponencialmente. El sostenido consumo de contenidos se ha transformado en este contexto, para volver masivamente a los medios.
Las redes, imprescindibles en esta supervivencia colaborativa, se están convirtiendo en el único tratamiento sin mascarillas contra la covid-19. Hay un apetito salvaje por adueñarse del paladar virtual con entrevistas, sesiones en vivo y stories, todo, muy espontáneo. Personalidades, como Alejandra Azcárate, generan credibilidad con estos chats, porque intuyen el estado de ánimo de sus audiencias y ganan prestigio.
Esta pandemia digital ha viralizado una buena cantidad de nuevas narrativas, sin importar su origen. Se ha convertido en una virtud para construir nuevas relaciones con contenidos de calidad. El coronavirus vino a ser una fuerza indiscutible en este año bisiesto tan cruel; un punto de inflexión para muchos micro influencers que se reinventan con imaginación e ingenio. Hay gente recursiva, a la que le llueve la creatividad en casa. Cocineros, escritores, modelos, penalistas y yogis, buscan la forma de llegarles a miles de seguidores y de marcas.
Las marcas también buscan formas de optimizar su inversión en marketing. En un webinar organizado por la Universidad de Navarra con Gabriela Salinas, experta en brand strategy, ella destaca las tres etapas para tener en cuenta a corto, mediano y largo plazo: durante la pandemia, desescalada y pospandemia. Con argumentos serios, demuestra que invertir en publicidad durante una recesión genera rentabilidad en la recuperación a largo plazo.
El exitoso meme humorístico del ataúd bailando, que por estos días despide los chats entre amigos, parece ser la inspiración de quienes piensan así, y la tumba de medios nativos que no vieron esta gran oportunidad de branded content en redes para sus clientes. Una y otra vez cambio de Instagram a Youtube, a Twitter, a Facebook, buscando acercamiento social, pero me demoro buscando nuevas formas de entretenimiento. Claro que mis favoritos no se deben preocupar. Accedo a nuevos contenidos, soy menos riguroso con mi tráfico y dejo pasar el tiempo como si fuera una fiesta. De pronto, la mejor actividad de ocio en estos tiempos inciertos es el consumo de contenidos. Mientras pasan los días que quedan de confinamiento, enfrentados a desafíos desconocidos, voy a hacer un detox virtual. Comienzo con voto de silencio del celular y conferencias vía Zoom. Luego tendré que desescalar con prudencia mi consumo para no aburrirme demasiado.
Finalmente, supe que a los creativos de una agencia remota les redujeron 20% del salario mientras pasa la crisis. Los directivos del holding en Londres se preguntan ¿cómo remediar esta coyuntura a nivel global? Entre la precariedad económica y la lealtad de los empleados, están a la espera de nuevas medidas que genere el virus mortal. Somos varios los que trabajamos desde la casa que no es menos productivo. Algunos efectos inmediatos de esta pandemia como la proliferación de estos canales. Tenemos una gran oportunidad de experimentar y generar confianza con nuestras audiencias.