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Es buena práctica definir conceptos y evitar equívocos en medio del debate.
En el diccionario de la Real Academia de la Lengua -Drae- se lee que “guachafita” significa, en su primera acepción, alboroto, vocerío.
En su segunda acepción, remite a expresión coloquial en Venezuela, que significa falta de seriedad, orden o eficiencia. Sinónimos de guachafita: griterío, escándalo, bulla.
Igualmente, en el Drae se lee que “prostituir”, en segunda acepción, significa deshonrar o degradar algo o a alguien abusando con bajeza de ellos para obtener un beneficio. Sinónimos de prostituir: corromper, humillar, rebajar, envilecer, pervertir y enviciar.
Entiéndase en esta columna, prosituyente, como el hecho particular que induce a prostitución.
Dicho lo anterior, para quien estas letras escribe, la Asamblea Nacional Constituyente que pretende promover Petro y su cosa nostra, tiene la aviesa intención de romper, a como dé lugar, a la sociedad colombiana; desenfocarla y allanar el camino para saltar del populismo a una dictadura constitucional.
No es honesta y edificante la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente; es, al contrario, una guachafita prostituyente para envilecer autonomías de las distintas ramas del poder público, socavar autonomía territorial, conculcar autonomía de diversos organismos técnicos para el manejo competente de la política monetaria y fiscal, entre otros, y someter la autonomía de la sociedad civil a una visión estadocéntrica y colectivista de sociedad.
El ilustre profesor Mauricio Gaona ha advertido al país sobre la fórmula reiterada con que diversas autocracias se apoltronan en el poder, instrumentalizando al poder constituyente, embaucándolo con narrativas populistas y ropajes de falsa democracia.
Oscar Ortiz, emblemático líder de la “séptima papeleta” que dio origen a la Constitución de 1991, movimiento estudiantil y social de musculatura ética y edificantes expresiones estéticas y simbólicas que nunca apeló a violencia ni verbal, ni material, advierte de los riesgos de un poder constituyente convocado para fragmentar y no para crear acuerdos comunes para la convivencia democrática.
Los colombianos que valoran la sostenibilidad de la democracia, no pueden caer en el truquito de mal mago y buen timador que es Petro para enrarecer el natural proceso de la democracia electoral que vivirá el país el próximo año.
Elecciones a Congreso, consultas y Presidente que se surtirán en el 2026, son oportunidad de oro para que el poder constituyente se pronuncie a través de la democracia representativa y sus procedimientos electorales.
Elegido nuevo Congreso y Presidente, el poder constituyente debe retomar espacios de democracia participativa y desplegar acciones creativas y corresponsables de gestión del bien común.
El maestro Gaona y el constitucionalista Ortiz coinciden en que el poder ciudadano, en el ejercicio de su voto, ha de tener buen cuidado de votar con ética y responsabilidad personal y comunitaria.
La ciudadanía no debe dejarse embaucar en la guachafita prostituyente y sí debe concurrir decididamente a las urnas en 2026 a derrotar ética, estética y electoralmente al petrismo proxeneta que feria las instituciones y patrimonio democrático de Colombia.
Este gobierno, aun con buenas intenciones, ha insistido en cambiar la regulación, exigir tarifas justas y acelerar la transición energética. Pero por no saber cómo hacerlo
Los que consideran que fue un error de María Claudia Lacouture invitar a Cepeda a una conversación con empresarios se equivocan. El propio expresidente Uribe se sentó con el presidente Gustavo Petro a tomar un café
Que los colombianos nos queramos quedar en Colombia, para vivir bien y mejor. Hacerlo en grande no se logra ni con deseos ni con fortuna, se logra queriendo y haciendo