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Analistas 12/08/2023

¿Deje así?

Ha sido una vorágine de acontecimientos el primer año de “gobierno” de Gustavo Petro: escándalos de corrupción, abuso de autoridad, escalada de violencia e inseguridad en diversos espacios territoriales urbanos y rurales, milicianización creciente de diversos sectores sociales, incompetencia en la gestión de los asuntos del Estado y la sociedad, insolentes y desobligantes incumplimientos de agendas presidenciales con actores civiles e institucionales tanto locales como internacionales.

Expresidentes como César Gaviria y Ernesto Samper, el exvicepresidente Humberto de la Calle Lombana y reconocidos analistas y comentaristas sociales y políticos, intentan crear una matriz de opinión, defendiendo la tesis de que lo más institucional que se puede hacer para tramitar la crisis que vive el país, es facilitar las cosas para que Petro termine su periodo presidencial; proponen una especie de “Deje Así”.

Esa petrificación por la pasiva que proponen los mencionados personajes termina siendo funcional a la petrificación activa que ejercen sectores afectos al gobierno, aferrados con dientes y uñas a un poder cada vez menos legítimo, que sin reato alguno, ni mínima traza de pudor, han demostrado capacidad de llevarse por delante el patrimonio institucional democrático que Colombia ha logrado parir en medio de intensos dolores de un parto ya bicentenario e interminable.

El “deje así”, colinda con el “coman callados” y no “alborotar el avispero”; representa una postiza ponderación y sindéresis que busca diluir y morigerar la indignación civil y creciente movilización social y política que vibra en las entrañas de la nación.

Sugerir que la toma de calles, los juicios políticos, penales y disciplinarios a los que haya lugar y el control que ejercen los medios de comunicación no representan ningún tipo de solución al caos que vive Colombia, solo encarna una medrosa y/o calculada propuesta de quietismo y petrificación que allana y precipita el camino para una total y real desinstitucionalización y una claudicación definitiva ante poderes establecidos de la corrupción y la violencia que operan a nivel local, cada vez más y probadamente, con el fuelle auspicioso de vecinos interesados en nuestro colapso como país y como nación.

La protesta social pacífica que se agencia en la calle, los juicios políticos, disciplinarios y penales y el ejercicio de la libre prensa a los que haya lugar en respuesta a las verdades que siguen aflorando a borbotones, representan vías institucionales para superar la crisis; recurrir a ellas, con el consecuente sentido de responsabilidad social, con el propósito de canalizar creativa y de manera edificante el momentum social y político que vive el país, es opción consecuente para seguir ayudando a terminar de parir la democracia colombiana.

El país demanda pasos éticos y estéticos para dar de alta su salud democrática, hoy en cuidados intensivos; el manso pragmatismo no representa solución alguna y sí encarna cinismo y pasotismo.

El “deje así” no se lee en el ordenamiento jurídico colombiano, ni es parte del adn republicano en Colombia. “Dejémonos de vainas”.

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