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Analistas 14/09/2013

Cinco años después

Alberto J. Bernal-León
Jefe De Estrategia Global, XP Securities
La República Más
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El domingo 14 de septiembre del 2008 venía saliendo de una reunión social en el norte de Miami, cuando me entró la llamada de Laura. Laura es una gran amiga italiana, con la que compartí muchos días de trabajo en la difunta Bear Stearns en Nueva York. Laura venía de trabajar en Barclays Capital (antes de entrar a Bear Stearns), y por esa razón continuaba teniendo muchos contactos en ese banco. “Albertico”, me dijo Laura, “Barclays ya no le entra porque el gobierno no quiere ponerle el pecho a la transacción, los chinos tampoco van, y ningún banco norteamericano parece estar dispuesto a llevarse ese muerto sin la ayuda de la tesorería de EE.UU..” “No entiendo,” le contesté yo, “me estás diciendo que van a dejar que Lehman declare bancarrota?” “Pues todo parece indicar que sí, porque el gobierno no está dispuesto a poner en riesgo un solo dólar más de los contribuyentes” me contestó Laura. Y efectivamente, el lunes 15 de Septiembre por la mañana, Lehman Brothers anunció que entraba en bancarrota.
 
Algunos recordarán que los mercados amanecieron tranquilos ese lunes, pues la Fed y la tesorería de EE.UU. se dedicaron a mandar mensajes tranquilizadores toda la mañana. Pero la sangría igual comenzó a media mañana, cuando el mercado se enteró que el Primary Reserve Fund, un “money market fund” de EE.UU., que en términos prácticos es lo mismo que una cuenta corriente, había perdido dinero por la quiebra, y entonces, las cuentas de los clientes ya no valían 100% sino 97%. En minutos hubo una maxi corrida bancaria de inversionistas que decidieron sacar sus dineros de otros “money market funds” por el miedo a que los otros fondos fueran a sufrir el mismo destino del “Primary Reserve Fund”. Lo que sucedió es análogo a que al lector le digan que su cuenta corriente ya no tiene un millón de pesos sino 970 mil, porque el banco perdió plata. Con 100% de seguridad usted decidiría sacar su dinero de esa institución.
 
La corrida bancaria que se gestó en los famosos “money market funds” generó el colapso total del mercado interbancario, y fue el génesis de la obligación política de aprobar, en el Congreso, el famoso Tarp (fondo de estabilización bancaria por US$750.000 millones). Pero antes de la aprobación de esos US$750.000 millones, la Tesorería de EE.UU. ya se había visto obligada a aprobar una línea de crédito de emergencia por US$50.000 millones para controlar la corrida bancaria que estaba ocurriendo en los “money market funds”. Para que quede claro, nunca jamás en la historia “money market fund” había tenido que disminuir su valoración por debajo del 100%, pues estos fondos jamás invertían en activos diferentes a obligaciones del gobierno o papel comercial de corto plazo y de altísima calificación crediticia. 
 
Recordando los sucesos de esos días, considero que la evidencia nuevamente demostró que la revancha no es un buen gestor de políticas. El señor Hank Paulson, ministro de Hacienda de EE.UU. en esa época, pensó en un momento de clara irracionalidad que era mejor que se quebrara uno de los bancos de inversión más importantes del mundo, antes que poner en riesgo dineros públicos para evitar el acabose de esa institución. El objetivo era muy simple: enviarle un mensaje a los banqueros, mandarles decir que el gobierno NO iba a acolitar su “irresponsabilidad”. Pues bueno, el mensaje se mandó, y muchas personas que trabajaban en el sector financiero perdieron todo su patrimonio. Especulemos que 50.000 personas lo perdieron todo. Muy bien, dirán los cheguevaristas, que paguen esos irresponsables!
 
Pero como dice el dicho, el diablo definitivamente se aparece en todas partes, y ésta no fue la excepción. El mensaje que mandó Paulson tuvo un gran efecto colateral: el colapso total del crédito internacional. Esto implicó que no hubo entonces como financiar la compra de un carro, una exportación, o la compra de una casa. Y saben cuánto le costó ese colapso al mundo? Pues vea esto: 60 millones de personas perdieron sus empleos, gracias a la decisión de Hank Paulson de ponerse “rudo” con los banqueros. Sabia decisión, cierto?

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