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¿Usted es el primero en llegar a la oficina y el último en salir? ¿Es usted un adicto al trabajo?

lunes, 8 de septiembre de 2014
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Fernando Albán Díaz del Castillo

¿Usted es el primero en llegar a la oficina y el último en salir? ¿Siempre abandona la oficina llevando un cartapacio lleno de documentos que espera revisar en la noche? ¿Considera los fines de semana como una pérdida de tiempo? ¿La oficina es el lugar donde más cómodo se siente? ¿Si pudiera, nunca saldría de vacaciones? ¿Lleva años sin hacer ejercicio o ir al cine? ¿Ya no recuerda cuándo fue la última vez que disfrutó una reunión con sus amigos?

Si contestó afirmativamente por lo menos a dos de las preguntas anteriores, es muy probable que usted se haya convertido o esté en camino a convertirse en un adicto al trabajo, tal vez la única de las adicciones que es vista como una virtud en vez de lo que realmente es: una obsesión enfermiza que lleva al individuo a dejar de lado las demás actividades de la vida, para dedicarse, casi que exclusivamente, a aquello que le proporciona mayor satisfacción, en este caso, el trabajo.

Se dice que el trabajo puede llegar a ser una adicción, porque cuando se describe la dependencia a sustancias como las drogas o el licor, vemos que el ser humano acude a ellas porque le brindan la posibilidad de experimentar períodos prolongados de placer y satisfacción mientras huye de la realidad de la vida, que es exactamente lo mismo que experimenta quien centra su actividad, de manera casi exclusiva, en el trabajo. De ahí que el término para referirse a ella, acuñado por Wayne Edward Oates, un psicólogo y profesor norteamericano, sea “workaholic”, en comparación con el alcoholismo, porque según él, “el trabajo puede llegar a convertirse en una necesidad excesiva e incontrolable, que afecta a la salud, la felicidad y las relaciones interpersonales”.

El problema es que las empresas valoran inmensamente al colaborador que asume mayores retos y cargas laborales que el resto de sus compañeros y a aquel que dedica tiempo, más allá de la jornada laboral, a la realización de tareas adicionales. Las compañías no solamente aprecian al empleado que incondicionalmente se ofrece a trabajar tiempo adicional, sino que lo señalan como un ejemplo a seguir; llegar temprano y salir tarde, es un comportamiento ampliamente apreciado y siempre asociado a un extraordinario compromiso institucional.

Mientras que la empresa está feliz de contar con un trabajador tan dedicado, lo más probable es que en su casa, todos se quejen del poco tiempo que el laborioso colaborador dedica a su familia y le reclamarán permanentemente por su ausencia y por no poder contar con él para nada. Pero el trabajo es una excelente excusa para huir de muchas de las cosas que no queremos enfrentar, como una relación familiar compleja, problemas con hijos o una relación conyugal cada vez más deteriorada. Muchas veces les escuché decir a compañeros que estaban al borde de una separación: “llegó un momento en que yo no quería llegar cada noche a mi casa” y claro, el mejor refugio siempre era el trabajo.

Los reclamos de la familia pueden significar una contradicción para el adicto al trabajo, que no entiende por qué, si su labor es tan apreciada en la oficina, al mismo tiempo se le cuestione tanto en su casa. La situación pude llevarlo a pensar que si todos en casa viven de lo que él gana y produce, en vez de reclamarle, deberían estar agradecidos de contar con una persona tan dedicada al trabajo, sin darse cuenta de que la responsabilidad de un padre o una madre va mucho más allá de la simple provisión de los recursos para la subsistencia familiar.

Los casos de adicción al trabajo pueden acentuarse por fenómenos como la soledad, que son cada vez más comunes en sociedades como la nuestra. Un trabajador que vive solo y no quiere llegar a su casa a enfrentar esa realidad, hará todo lo posible por prolongar su permanencia en la oficina. Esto puede convertirse en un caso muy complejo cuando el adicto programa reuniones de trabajo justo a la hora de salida o en fines de semana, perjudicando los períodos de descanso de sus colaboradores.

Muchas empresas han comprendido la importancia de contar con directivos y colaboradores integrales, que mantengan un adecuado equilibrio entre su vida laboral, familiar y social, que dediquen tiempo al ejercicio y cultiven alguna actividad que los apasione. Hacer del trabajo la actividad más satisfactoria en la vida, puede llevarlo a distanciarse de sus seres queridos, a no saber qué hacer con el tiempo libre, resistirse a las vacaciones y un día al irremediable retiro.

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