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Le cae mal a su jefe y lo sabe, ¿Qué piensa hacer?

miércoles, 10 de septiembre de 2014
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No debe confundir esa oposición frontal de su superior, esa falta de sintonía, con el hecho de tener un mando que lo presiona constantemente y que se fija demasiado en usted, aunque esto lo agobie. Si este fuera el caso, debe tener en cuenta que un jefe que exige en exceso puede ser más positivo que negativo, aunque esto depende de hasta qué punto quiera promocionar en su organización (o si prefiere estar tranquilo y acomodado), y de la tolerancia a la presión que tenga, porque hay quien la aguanta bien y quien no puede con ella.

Sus opciones
Pero si su problema es la falta de sintonía y el conflicto permanente con un jefe que no lo soporta, la cuestión es diferente, y la solución opuesta. Marcos Urarte, socio director de Pharos, explica que la forma de reaccionar dependerá de cada situación y de los motivos. Estos últimos pueden ser personales –a su jefe no le gusta cómo viste, su apariencia física, su carácter, su sentido del humor– o profesionales, que se refieren a que no cumple sus expectativas, que lo ve como una amenaza, o que lo cuestiona... Urarte sostiene que cada uno de estos motivos necesita estrategias diferentes, y siempre dependerán de cada persona: «Puede darse el caso perfectamente de que personalmente no le caigamos bien a nuestro jefe, pero que esto no nos afecte desde el punto de vista profesional, aunque es muy difícil conseguir ese nivel de madurez».

Ovidio Peñalver, socio director de Isavia, sugiere algunas acciones para combatir ese rechazo por parte del jefe:la primera opción es fingir y comportarse lo mejor que pueda desde la falsedad. Se trata de disimular y actuar, haciendo lo que a su superior le gusta.

Otra posibilidad es resignarse, asumiendo la situación como si no pasara nada, «esperando que lo echen o que lo cambien a usted». Es lo que Marcos Urarte define como «sobrevivir mientras encuentra otro trabajo o consigue cambiar de departamento».

Hay quien piensa que la convivencia profesional con un mando que le resulta perjudicial potencia competencias como el propio riesgo de enfrentarse con ese jefe, y lo lleva a no ser tan complaciente ni a conformarse con el hecho de ‘estar’ simplemente.

Además, un superior aparentemente perjudicial puede provocar también que tienda a automotivarse; que se autorregule y tome distancia emocional, para que esa situación no lo afecte. Sin embargo, si vive diariamente la relación profesional tóxica que le impone un mando terminará yéndose, porque de lo contrario su talento quedará desaprovechado. Esta es la tercera opción que propone Peñalver: «Busque el cambio, dentro o fuera de la organización». Marcos Urarte ofrece otra solución: «Si no encuentra trabajo, consiga el currículo de su jefe y envíeselo a los cazatalentos».

La siguiente posibilidad es hablar con su superior abiertamente, diseñando la conversación y tratando de buscar una mejora de la relación para solucionar los problemas. Incluso podría buscar un mediador dentro o fuera de la compañía. Urarte sugiere además que se haga algunas preguntas. Dependiendo de las respuestas, así debería actuar: «Plantéese cuál es su opinión sobre su jefe. Si es buena, o lo admiras, significa que su opinión es importante para usted y vale la pena hacer un esfuerzo por cambiar la situación.

También puede analizar el motivo por el que le cae mal. Si cree que no es justo, debería reflexionar sobre él y tomar una decisión.

La última reflexión es si necesita realmente ese trabajo. Si no le es imprescindible y no está dispuesto a cambiar, vete. Si lo necesita, intente cambiar usted o convencer a su jefe de las «bondades» de su forma de ser.

Cómo influir para que se vaya quien lo manda

Si fingir y actuar como si no pasara nada, resignarse y esperar, hablar con tu jefe o buscar un cambio son soluciones que no lo convencen, puede valorar otra opción. Es más radical, resulta arriesgada y no tiene marcha atrás: se trata de plantar cara, entrar en una dura batalla e influir para que su jefe se vaya, o lo echen. Ovidio Peñalver recuerda que si plantea esta lucha complicada tendrá que buscar aliados... o cómplices. Porque pasar a la acción contra su jefe puede suponer desacreditarle y, en algunos casos, hay quien opta por mentir o difamar. Si escoge esta opción, debes tener en cuenta que su imagen pública puede quedar tocada.

La posibilidad de influir para que su jefe se vaya tiene un caldo de cultivo especial en el caso de equipos que cuentan con ‘prima donnas’ profesionales. La autoestima desmedida favorece la fantasía ridícula de que los demás nunca harán las cosas igual de bien, y la empresa debe tomar medidas para evitar las situaciones que dependan de una sola persona.

Aunque fuera uno de esos profesionales que aporta mucho valor y a quien se le permite casi todo, en un entorno normal su estrella no duraría mucho: hay profesionales que no tienen un perfil equilibrado y que pueden hacer daño a la organización y a la marca con determinados comportamientos.

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