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ALTA GERENCIA

Juntas directivas, más responsabilidades que privilegios

sábado, 10 de noviembre de 2012
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Fernando Albán Díaz del Castillo

Pertenecer a una junta directiva es un honor que conlleva responsabilidades muy grandes; así lo define la Ley 222 de 1995 al otorgar a quienes conforman estor órganos directivos, el mismo carácter de “administradores” que tienen los gerentes y por lo que podrían tener que “responder solidaria e ilimitadamente por los perjuicios que por dolo o culpa ocasionen a la sociedad, a los socios o a terceros”.

Antes de aceptar el honroso nombramiento, bien vale la pena concentrarse en conocer la empresa, sus estados financieros, su viabilidad, sus metas en el corto y largo plazo para saber exactamente en qué se está uno metiendo. También para determinar si, con su experiencia y conocimientos que tiene, podría realmente aportar a la recuperación o crecimiento de la organización.

Algunas juntas se conforman sólo para cumplir con un requisito legal y están a la orden de quien preside la compañía, lo cual es una verdadera lástima, porque se desperdicia el papel asesor que puede tener un órgano de esta naturaleza, que orienta en el buen desempeño, las mejores prácticas y evita, en muchas ocasiones, que se cometa lamentables errores, especialmente cuando las decisiones dependen de una sola persona.

Cómo deben conformarse las Junta Directivas. En las sociedades, la elección de los miembros se hace mediante la presentación de planchas y votación directa de los socios, y la junta queda conformada por aquellos que obtienen la mayor votación. En otras empresas, existe la posibilidad de invitar a conformar la Junta, a personajes de diversas formaciones y de reconocida trayectoria, con lo que se armar un equipo para definir el rumbo que deberá seguir la empresa, acompañarla en el proceso y asesorarla en lo que requiera para poder recorrer ese camino, de manera eficiente.

En las empresas familiares, es muy importante crear juntas directivas con miembros ajenos a la familia, que puedan discutir abiertamente los planteamientos familiares, evitando que se impongan criterios poco convenientes para la buena marcha del negocio.

Espíritu de Grupo. Quienes pertenecen a una junta directiva, deben tener en cuenta que por encima de toda consideración personal, debe estar la operatividad, buen funcionamiento y desarrollo de la compañía. Cualquier tipo de división que se presente al interior de este cuerpo colegiado, luchas de poder, posiciones intransigentes o poca conexión con los lineamientos estratégicos de la organización, será nefasta para la buena marcha de la empresa.

Cuántas miembros debe tener la junta. El número de miembros siempre deberá ser impar para evitar el empate a la hora de decidir. Entre 5 y 7, puede ser el número ideal de miembros de una junta. Todos debe tener su suplente y, en la medida de lo posible, todos deben asistir a las sesiones para estar enterados de los temas principales, en caso de que deban asumir el puesto del principal.

La toma de decisiones. Tal vez la mayor crítica que se hace a las juntas tiene que ver con la forma como toman las decisiones, pues en el corto tiempo que dura la junta (3 o 4 horas), los miembros no siempre alcanzan a informarse adecuadamente para poder evaluar, de manera profunda, una determinada alternativa.

También pueden tomarse decisiones, sin mucho análisis, a partir de propuestas entusiastas lanzadas en medio de la sesión. Por esta razón, es recomendable que antes de tomar cualquier decisión, los técnicos de la compañía evalúen las consecuencias de que traería una determinada propuesta y hagan sus recomendaciones a la junta, para que puedan ser valoradas más convenientemente. También se sugiere que los miembros conozcan previamente el orden del día y que lleguen a la sesión habiendo estudiado, algunos documentos sobre los temas a tratar.

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