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Analistas 07/05/2015

El infierno de los falsos testigos

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Ayer en Cartagena, en el marco de un foro para analizar la problemática de los falsos testigos en la justicia colombiana, la compañía Colombia Global Group presentó los resultados de una interesante encuesta sobre percepción de los colombianos sobre el sistema de justicia. Los resultados son contundentes: un 60% de los encuestados no cree en las Justicia (Ver encuesta). Un 73% de los encuestados cree que en los procesos hay algún falso testigo. La presencia de Sigifredo López y otras víctimas de la política colombiana en diferentes procesos con falsos testigos demuestra que el problema llegó a niveles ya incontrolables. En una columna anterior nos habíamos referido al problema, que no ha sido resuelto, y al parecer no hay voluntad de acabarlo. (Ver columna)

El funcionamiento es el siguiente: hay una especie de “fábrica” u “oficina” de creación de testimonios con personajes que montan “a la medida” las denuncias. Dependiendo del cliente y del proceso, los valores o tarifas pueden variar. Cuando son delincuentes que están encarcelados por diversos delitos, un testimonio a veces se puede volver un canje por una nevera en su celda, o unos beneficios como cambio de prisión e inclusive revisión de la pena. Los testimonios se ofrecen como en cualquier regateo de cualquier sanandresito.

El abogado Luis Gustavo Moreno Rivera presentó en el evento, la tercera edición de su libro “El Falso testimonio” sobre este horripilante flagelo que se volvió sistemático en la justicia colombiana (Ver libro). Moreno describe cómo el grupo de falsos testigos actúa de un proceso a otro, sin que la justicia se entere (si es que se quiere dar cuenta). Hay casos tan dramáticos, que los falsos testigos han sido descubiertos por un caso, pero siguen actuando como testigos en otros procesos independientes. Esto se puede deber a que los fiscales y jueces de los procesos no se hablan entre ellos y la incapacidad del aparato de justicia es aprovechada por estos criminales de la falsa información para contribuir al caos, el desorden y aumentar el nivel de entropía del sistema. Juegan a distorsionar y muchas veces lo logran. Confunde y reinarás, miente y obstaculizarás.

En la historia reciente del país tenemos procesos dolorosos donde el estado es engañado fácilmente para fines de lucro económico. El terrible proceso de Agro Ingreso Seguro que demostró que la capacidad de manipular información desborda los pocos dientes o filtros que pueda poner una institución oficial. En el mismo Inpec hay incapacidad de controlar todas las mafias que operan internamente, tanto así que es el origen de los falsos testigos. En las cárceles es donde más se comercian beneficios, objetos o condiciones a cambio de denunciar al que se necesite. Lo grave es que hay prestigiosos abogados que conocen la mecánica y manipulan fácilmente los expedientes y pueden empapelar a cualquiera. El Consejo Superior de la Judicatura ni siquiera considera retirar o suspender las tarjetas profesionales de aquellos juristas que se lucran a diario de esta mala práctica y además no colaboran con la descongestión del aparato judicial. Como en alguna tragedia griega, en este país uno puede ser denunciado sin saberlo y sólo se entera luego en juicio de todo el montaje del que puede estar siendo víctima. Otro ejemplo, el de Júbiz Hasbún, que pagó cárcel y ni siquiera participó en el asesinato de Luis Carlos Galán. Considere usted que hay decenas de otros ejemplos que no llegan a los medios de comunicación porque las personas involucradas no son famosas o no tienen el suficiente interés para los directores de las redacciones.

En la columna de la próxima semana exploraré una fase adicional de esta problemática que es la de las falsas víctimas. Esto quiere decir, falsos positivos judiciales en diferentes ámbitos donde exista una reclamación o un beneficio. Hay falsas víctimas en el sistema de salud, en restitución de tierras, en reclamaciones de desplazamientos forzados y por supuesto la fábrica de falsas víctimas obtiene jugosos beneficios en procesos ante compañías de seguros que en el terreno del derecho privado han sido imposibles de erradicar. No se les haga raro que salgan pronto grandes escándalos afuera de la política en este tema de falsos testigos y falsas víctimas. Mientras tanto, ¿el fiscal Montealegre? Bien gracias.  
 

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