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Durante la segunda mitad del siglo XVI, consolidada ya la conquista de América, España recibía continuamente inconmensurables riquezas y beneficios que despertaron el afán de otros países europeos, incluyendo Inglaterra. Los cismas religiosos del siglo XVI repercutieron también en este panorama. La iglesia anglicana, creada por Enrique VIII, opositora a la católica, sin embargo, era considerada como una simple copia de la romana por parte de los protestantes radicales, seguidores de las tesis calvinistas, a su vez divididos entre ortodoxos y arminianos. Esto impulsó la emigración a tierras vírgenes, donde se pudiesen crear sociedades nuevas alrededor de la verdadera religión, fenómeno encarnado en la travesía del Mayflower a Massachusets en 1620.
Estas dos fuerzas, el deseo inglés de llegar al Caribe y acercarse a la tierra firme americana y, el ideal puritano de establecer colonias regidas por las leyes de dios y económicamente rentables, llevaron a nuestra isla de Providencia a convertirse en un objetivo de altísimo y singular valor. En palabras de Philip Bell, gobernador de la isla: “en el corazón de las indias, en la boca de los españoles, a tan sólo tres días de navegación de Portobelo o Cartagena”. Perfectamente situada para interferir sobre el tráfico español, deshabitada, con abundante agua dulce y un clima paradisiaco.
En 1629 se creó la “Company of Adventurers for the Plantation of the Islands of Providence or Catalina, Henrietta or Andrea”. En 1631 llegó a Providencia el Seaflower, con alrededor de 100 colonos. Aunque los reportes iniciales fueron más positivos que, por ejemplo, los de la contemporánea “Massachusets Bay Company”, dada la mínima mortandad en Providencia, el retorno del Seaflower en 1632 fue decepcionante. Esto no era inusual. Entre 1625 y 1645, inversionistas ingleses financiaron el viaje de más de 250 barcos a América; ninguna de estas expediciones fue rentable antes de varios años.
Los accionistas de la Compañía constituían el núcleo principal de la oposición a Carlos I. 22 de ellos eran parlamentarios. Cuatro eran primos de Oliver Cromwell. Su tesorero, John Pym, era el líder de la Cámara Baja. Su abogado, Oliver St. John, instrumentalizó los procesos que concluyeron en la ejecución de Thomas Wentworth, Conde of Strafford y de William Laud, Arzobispo de Canterbury. William Fiennes, Lord Saye, era el líder de la Cámara de los Lores. Junto con Lord Brooke y el Conde de Warwick, intentaron emigrar a Providencia en 1638, pero no obtuvieron la autorización del rey, quien sospechaba de sus actividades paralelas. Durante los once años del cierre del parlamento, en 1630, las reuniones de la Compañía de Providencia crearon al primer partido de oposición de la historia inglesa. El intento de arresto de John Pym, John Hampden y Lord Mandeville, todos accionistas, en adición a otros tres parlamentarios, el 4 de enero de 1642, representa el inicio de la guerra civil inglesa.
A Providencia llegaron cientos de migrantes hasta que la isla fue conquistada por el español Francisco Díaz Pimienta en 1641. La revancha se materializó con la toma de Jamaica, en 1655.
Quizá la pregunta no sea si somos suficientemente “driven”, sino si sabemos dirigir ese impulso. Si nuestra energía está alineada con lo que de verdad importa
Se da más valor a los comentarios de los selfituristas que a lo que te pueda recomendar un profesional que conoce la atracción, el monumento, la ciudad… y la ha visitado unas cuantas veces