MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Tomar una línea de crédito en francos suizos no es común, y por eso mismo exige ser explicada con rigor. En un país como Colombia, donde el margen fiscal es estrecho y la volatilidad cambiaria es pan de cada día, decisiones así no pueden despacharse como simples notas al pie. La narrativa oficial nos ha vendido una idea de sofisticación y eficiencia financiera. Pero al examinar con lupa los riesgos, lo que parece brillante podría salir muy caro.
Según lo presentado en el Marco Fiscal de junio y algunas declaraciones posteriores, y es justo ahí donde uno empieza a ver venir el enredo, el Ministerio de Hacienda está considerando obtener una línea de crédito externa por hasta US$10.000 millones, denominada en francos suizos. El plazo inicial sería de un año, renovable por dos más, y el objetivo es utilizar esos recursos para recomprar deuda, externa y local, de manera oportunista, buscando reducir costos financieros ante los bajos precios que han alcanzado los bonos colombianos como consecuencia directa del deterioro fiscal. Es una operación inusual por el instrumento, la moneda y la ausencia de antecedentes similares.
Más allá de lo inusual del instrumento, preocupan las implicaciones estructurales de la operación. En primer lugar, reduce la duración promedio de la deuda pública justo cuando se anticipa un entorno fiscal más estrecho, lo que eleva el riesgo de refinanciamiento. Además, al no haberse comunicado ningún esquema de cobertura cambiaria, la operación incrementa la vulnerabilidad del país frente a movimientos en el tipo de cambio. Todo esto ocurre sin una explicación técnica clara, ni sobre los costos de cobertura ni sobre cómo esta estrategia se alinea con el marco fiscal de mediano plazo.
Más allá de los riesgos financieros, también preocupa lo que esta operación revela sobre el proceso detrás de las decisiones de endeudamiento. Hasta hace poco, la Dirección de Crédito Público era reconocida por su rigor técnico y su capacidad para explicar de manera transparente las decisiones de financiamiento. Esta vez, no se ha explicado cómo se alinea con la estrategia de deuda pública de mediano y largo plazo, o si se trata de una excepción sobre la cual no se ha comunicado una justificación clara. Las comunicaciones han sido vagas, sin detalles sobre estructura, costos, cobertura ni escenarios de riesgo. En un entorno donde la confianza institucional se ha visto erosionada en años recientes, tanto los fundamentos técnicos como la forma en que se presentan estas decisiones son claves para preservar la credibilidad fiscal.
En momentos de incertidumbre fiscal, la prudencia debe guiar cualquier decisión de financiamiento. La innovación financiera es bienvenida, pero no puede anteponerse al análisis riguroso de riesgos y a la necesidad de preservar un perfil de deuda sostenible. Operaciones como esta, por inusuales, requieren explicaciones claras: cuál es su justificación, cuál será su costo efectivo y, una última, cómo se manejarán los riesgos asociados. La sofisticación financiera debe estar al servicio de la responsabilidad fiscal, no al revés.
El café colombiano ha sido ejemplo de resiliencia y disciplina. Hoy pedimos que esas mismas virtudes guíen la política pública: que las decisiones tributarias se tomen con visión de largo plazo