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EDITORIAL

Una tributaria responsable es aplazarla

miércoles, 24 de febrero de 2021

El palo no está para hacer cucharas: el Gobierno tendrá plata de ISA, del Emisor, del petróleo caro y de otras ventas menores, poner impuestos ahora es mover el tablero electoral

Editorial

Colombia camina con frenesí hacia la elección de un nuevo Congreso de la República en marzo de 2022 y hacia unas cruciales presidenciales en mayo del mismo año. El conteo regresivo para esas dos fechas ha empezado y todas las acciones gubernamentales pueden desequilibrar el tablero electoral; quedan poco más de 360 días para elegir senadores y representantes y 450 días para llevar un nuevo mandatario a la Casa de Nariño. Mucho de lo que ocurra de aquí hasta esas fechas tendrá que ver con el manejo que las actuales administraciones locales, regionales y nacional hagan de la crisis sanitaria derivada de la pandemia. La eficiencia de la vacunación, la transparencia en los procesos, la efectividad, y la confianza en los gobernantes será determinante en la campaña que ya empezó; y lo es con candidatos jugados en contra de la actual institucionalizad. Y nada peor en todo este ambiente pre-electoral que radicar una nueva reforma tributaria, que si bien es necesaria desde el punto de vista técnico, y como mensaje para la banca multilateral, es nefasto para las personas y las empresas.

En pocos días se conocerán las recomendaciones que la misión de expertos internacionales le hicieron al Ministerio de Hacienda, que no serán distintas a lo que se había ventilado con anterioridad: la necesidad de eliminar excenciones, ampliar la base tributaria, rediseñar el impuesto de renta y manejar una sola tarifa de IVA que abarque a muchos productos de la canasta familiar. Todos elementos técnicamente necesarios y viables desde la ciencia de la tributación, pero necios en medio de la crispación política que recorre la región y la resurrección de los populismos. En Argentina ya se instaló de nuevo el kirchnerismo por interpuesta persona; lo mismo ocurrió en la Bolivia de Evo Morales que ha comenzado una nueva fase; el candidato de Rafael Correa en Ecuador lidera las encuestas; Daniel Ortega es un dictador en Nicaragua, y ni qué decir de Nicolás Maduro quien entra en una etapa de tranquilidad con el cambio de políticas en Estados Unidos. Y si por el vecindario llueve, Colombia no escapa de los nubarrones que se asoman para las próximas elecciones. Abundan los candidatos de todas las tonalidades de izquierda no afines al desarrollo del sector productivo y cargados de resentimientos sociales que quieren traducir en votos.

El único camino de hacer una tercera reforma tributaria responsable es aplazarla. Las condiciones políticas son las menos adecuadas y al observar el fondeo que está consiguiendo el Ministerio de Hacienda, se puede aconsejar que la decisión de poner más impuestos se le deje al próximo gobernante. El Estado recibirá unos $14 billones de la venta de ISA; el Emisor le trasladará $6,5 billones de utilidades; Ecopetrol le transferirá dividendos por cerca de $1,3 billones, y es una hecho que este año el barril de petróleo esté por encima de US$65 lo que le representa mejores ingresos. No es suficiente todo este dinero para las necesidades de inversión, pero si se ataca la evasión, se venden propiedades en manos de estupefacientes y se actúa con mayor responsabilidad en el gasto, se evitará que los populistas utilicen la cascada tributaria como caballo de batalla electoral. Aunque la argumentación más sólida para aplazar nuevos impuestos es que aún la recuperación no ha llegado y la crisis está viva y durará algunos meses.

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