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EDITORIAL

Una propuesta inoportuna y anacrónica

viernes, 13 de diciembre de 2013
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Solo al Vicepresidente se le ocurre pedir el perdón de la deuda; sin saberlo, Garzón envía un mal mensaje a los inversores.

La llamada crisis de la deuda es una etapa dolorosa en la historia económica de la región. A algunos países les tocó vivirla durante los años 70 en plenas dictaduras, y a otros, bien entrados los 80 cuando la región vivió una autentica década perdida. Las deudas contraídas por los países del vecindario crecieron hasta el punto que los ministros de economía no fueron capaces de arreglar las cuentas y pagar los compromisos adquiridos con otros estados, y especialmente con la banca multilateral.

La crisis económica de los 70, con epicentro en los precios del petróleo, tomó por sorpresa especialmente a las economías de México, Argentina y Brasil, que tenían deudas muy altas tomadas con varias entidades internacionales para llevar a cabo ambiciosos procesos de industrialización. Fue una época dura que desembocó en una situación de caos sin precedentes, y una desesperanza generalizada en la región de la que solo ahora se empieza a salir. No era para menos, las deudas globales rondaban los US$70.000 millones al comienzo, y cuando llegó la crisis el monto subió hasta los US$400.000 millones.

Y solo países que entraron en moratoria larga o se rehusaron a pagar las deudas, solicitando las condonaciones, no han podido salir de la crisis. Tal es el caso de Argentina. Un dato para no olvidar: Colombia siempre ha cumplido con sus compromisos y es de los pocos países que crecen desde hace muchos años y ha disminuido la pobreza de manera sostenida. Quedan muchos retos, pero vamos en el camino acertado en términos económicos.

Es cierto que la deuda externa tiene un carácter estructural y que su servicio es un verdadero obstáculo para el desarrollo, pero eso no quiere decir que olímpicamente el vicepresidente, Angelino Garzón, salga a pedir que nos condonen la deuda. Ojo, es una petición anacrónica, improvisada y altamente dañina, máxime ahora que las tres calificadoras de riesgo han coincidido en que Colombia va mejor que nunca. Miremos un detalle: el tamaño de la deuda de los 22 países latinoamericanos en los 80 era de unos US$260.000 millones; a comienzos de los 90 era de US$550.000 millones, y al final de esa década ascendió a US$706.000 millones. El 70% de toda la deuda es de Argentina, Brasil y México, lo que quiere decir que a mayor potencial económico es mayor su nivel de endeudamiento.

Nuestra deuda tiene un crecimiento de 11% y asciende a US$86.000 millones. Las obligaciones del Gobierno con su deuda pública son de US$47.000 millones y las del sector privado US$38.000 millones. Pero tenga en cuenta, señor Vicepresidente, que ninguno de los actores, ni su Ministerio de Hacienda ni mucho menos los empresarios, han propuesto pedirles a sus bancos que les perdonen la deuda.

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