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EDITORIAL

Sin voluntad, los debates económicos son inocuos

sábado, 20 de febrero de 2016
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El Gobierno debe manejar una multi agenda para enfrentar temas sustanciales para el futuro, la economía debe ir a la par con lo político.

Hace ya 25 años que Douglas North publicó el libro “Instituciones, cambio institucional y desempeño económico”, un libro que tenía como centro del argumento la vigencia de las instituciones informales que define el código de conducta de los distintos agentes sociales, como la familia, las empresas y en general de las individuos. Esas instituciones se enfrentan al concepto agregado de las llamadas instituciones formales que guían a la sociedad como un todo. En el fondo las primeras son el sustento de las segundas, buena parte del fundamento de la llamada revolución de las pequeñas acciones y cambios en la vida diaria para alcanzar una sociedad mejor. Pero hay que tener claro que una cosa es el debate sobre las pequeñas grandes cosas y otro es la discusión sobre las cosas pequeñas. La importancia no está en el tamaño sino en el impacto que produce sobre el comportamiento colectivo.

Desafortunadamente, en Colombia se ha impuesto la formalidad como el marco de acción en esas pequeñas acciones, lo cual es una concepción no necesariamente acertada. Hacer lo correcto en el diario vivir como cumplir las reglas y las leyes no necesita una ley o una estrategia de gobierno, sino solo la voluntad colectiva.  Creer que reformando leyes o códigos que suben las penas son el camino para atajar la impunidad, para castigar a quién destruye un bien público no es el camino, como tampoco se acomoda normativamente la cultura ciudadana de tener una ciudad limpia o bonita.

Lo mismo se puede aplicar a fenómenos como la corrupción, el mejoramiento de la salud y la educación y la protección del medio ambiente, entre otros asuntos, los cuales son grandes temas pero cuyo funcionamiento no está ligado a normas formales, sino a las acciones del día a día que van haciendo práctica común de comportamiento social. Al no existir confianza y voluntad para acomodarse al bien social, el desgaste en el debate y la discusión termina agotando y desperdiciando las energías que deberían ser utilizadas en la solución de los grandes asuntos y además introduciendo nuevos elementos de desconfianza.

Colombia parece haber caído en esa situación al plantear debates pero no mostrando la voluntad para enfrentarlos realmente o encontrar salidas reales. Es el caso, por ejemplo, de la urgencia de hacer un ajuste en el gasto público para enfrentar la difícil coyuntura fiscal, pero no enviar paralelamente señales que demuestren que se tiene absoluta voluntad en este sentido.

Son muchos los casos que se pueden presentar en el mismo sentido, que van desde querer un mejor servicio de transporte sin la correspondiente solidaridad y apoyo a las acciones de las autoridades para hacer respetar las reglas, querer enfrentar el delito callejero pero no apoyar a la policía.

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