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Gravámenes que traería la emergencia económica
La reforma tributaria no pasó en el Congreso, la idea de una emergencia económica no tiene mucho eco en la Corte, solo queda una costosa deuda para pagar las cuentas estatales
El Gobierno Nacional pasará a la historia por muchas cosas, pero la que más pesará en su huella política será la terquedad sin límites ni proporciones. Nunca quiso recortar los cuantiosos gastos públicos, ni presentar un plan contracíclico que fortalezca la economía, ni mucho menos ahorrar los escasos recursos públicos, todo por llevarle la contraria a todo lo que encarna un modelo económico que ha sacado del subdesarrollo a muchos países parecidos a Colombia, que no es otro que el de la competitividad, la productividad, el ahorro, la inversión, el Estado mínimo que deja actuar a la oferta y la demanda, vela por el libre mercado y hace de la propiedad privada la cuota inicial para el verdadero desarrollo social regional.
A escasos ocho meses para que termine el primer gobierno de izquierda en Colombia, el balance en lo que corresponde al manejo de las finanzas públicas deja mucho qué desear; es cierto que las cifras fundamentales no son tan malas como aparentan, que el desempleo, la tasa de cambio, la inflación y el crecimiento, entre otros, como la disminución de la pobreza, son números para mostrar cuantitativamente, pero que desconocen el papel del sector productivo que es el que genera ocupación formal, paga impuestos, mantiene las inversiones y la oferta de bienes y servicios; el gran responsable de que -ésta la cuarta economía más grande de la región- no se venezualice son los roles y las funciones sociales de una red empresarial, manufacturera, emprendedora y banquera, en todos lo sectores.
Y lo que sí, definitivamente, raja al Gobierno Nacional es el manejo de la economía en términos de fiscalidad. A estas alturas no hay plata para pagar a muchos de los contratistas, no para honrar compromisos normales en la gestión pública. Será el primer Gobierno en solo hacer una reforma tributaria durante la administración, no porque sea deliberado, sino porque actuó con temeridad, terquedad, desconocimiento y sin un plan maestro de impuestos que mejore la colcha de retazos que es el Estatuto Tributario.
Quiso de manera irresponsable declarar una emergencia económica en donde no hay motivos, y ahora trata de subsanar su incompetencia fiscal emitiendo unos bonos a largo plazo que pagará la economía del futuro. No ha sido un plan adecuado, no se ha sensibilizado ni se ha explicado ampliamente el sentido de la emisión de bonos por más de US$6.000 millones, lo de dos reformas tributarias, a una tasa polémica, y en donde el verdadero yerro es que eliminó para ello las subastas de bonos para lograr mejores condiciones, sino que fueron entregados a un fondo único postor, lo que cambia el modelo de hacer las cosas en Colombia, que está a la puerta de entregarle a fondos soberanos otros recursos como el petróleo o el gas.
Siempre habrá fondos globales interesados en quedarse con la gestión tributaria de un país, con su petróleo o con su deuda, y en esos casos es imperativo que la tecnocracia del Ministerio de Hacienda actúe coherentemente y siempre negocie lo mejor para todos los colombianos, quienes a la postre serán los que paguen los intereses del dinero adelantado en forma de títulos, bonos, papeles del tesoro, cualquiera sea la denominación. Un país sin cambio de impuestos, con mayores deudas y obligaciones debe tener como único camino el crecimiento, pues sin él no hay recursos para enfrentar las obligaciones.
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