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Producción de petróleo en Colombia
Bajo este titular, Financial Times, sepulta la idea loca del gobierno colombiano de generar crecimiento sin el crudo, al menos por ahora, en este momento de desarrollo del país
Hace pocas ediciones, Michael Stott, escribió en Financial Times, que “en vísperas de la cumbre de la ONU sobre el cambio climático de este año, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se ha presentado como un defensor mundial del medio ambiente, señalando las grandes reducciones en la deforestación del Amazonas desde que asumió el cargo (...) los ecologistas quedaron consternados cuando, apenas unas semanas antes de la reunión COP30 en el puerto amazónico de Belém, el gobierno de Lula aprobó una solicitud de la petrolera nacional Petrobras para explorar en busca de crudo en la desembocadura del río Amazonas (...) Mientras el mundo lo necesite, Brasil no va a desperdiciar riqueza que podría mejorar la vida de los brasileños”, ha concluido Lula a sus críticos.
A medida que el mundo emprende la multimillonaria transición hacia las energías limpias, la idea de que este cambio histórico debería beneficiar a todos ha cobrado relevancia. De los planes nacionales de energía verde presentados este año antes de la cumbre de la COP que comienza el 10 de noviembre, casi tres cuartas partes hacen referencia a una “transición energética justa”.
Dice el FT que aunque la frase es popular, las interpretaciones son muy diversas. Casi todos los países aceptan que la producción de petróleo y gas eventualmente deberá detenerse para salvar el planeta, pero muchas naciones en desarrollo no tienen ningún deseo de liderar el camino, particularmente en un momento en que el mayor productor de petróleo del mundo -Estados Unidos- es una economía rica que no hace ningún esfuerzo por reducir su consumo.
Y recuerda que Gustavo Petro en Colombia ha paralizado toda nueva exploración de petróleo y gas, ha aumentado los impuestos a las empresas de combustibles fósiles y está desarrollando una economía alternativa basada en el turismo y la agricultura ecológica, sin embargo, el entusiasmo por una rápida transición energética en algunas partes del mundo en desarrollo parece estar disminuyendo.
Las economías emergentes se han vuelto resistentes a la eliminación gradual de los combustibles fósiles más allá del carbón. Todo parece indicar que la deseada y necesaria transición energética no debe tener la misma velocidad en todos los países, incluso no hay incentivos globales para los países líderes, no hay fondos de cofinanciación para remplazar la economía extractiva por la renovable, no hay dinero suficiente y ese gran costo de pasar del petróleo a lo eólico, hidráulico o solar, debe ser patrocinado por los países que más contaminan como China, India y Estados Unidos, pero de eso no se habla en las cumbres del clima.
Colombia no se puede dar el lujo de dormir sobre sus riquezas naturales mientras los ilegales las explotan y los 15 millones de pobres mueren sin conocer la satisfacción de sus necesidades básicas. Brasil, uno de los países más ricos del mundo, antes de 2030 será el cuarto productor de petróleo, al tiempo que Colombia no puede ceder su producción de petróleo ni dejar caer los 800.000 barriles diarios.
Es cierto que se vive en un mismo ecosistema y que los daños de un país extractivo se siente en los otros, por tanto, son esos otros estados quienes deben financiar el costo de la llamada transición y protección ambiental.
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