Ojalá el Maestro no se alinee con la izquierda

“Ojalá el maestro, Pedro Castillo, no se alinee a la izquierda”. Más que un deseo puede sonar a un imposible, pues el autodeclarado nuevo presidente de Perú representa a Perú Libre, un partido de izquierda marxista que en su programa de gobierno habla de nacionalizaciones, de economía comunitaria, pero sobre todo, de identidad nacional en un país fragmentado en su historia donde resuena el mantra político, “incas sí, indios no” que se ha visto reflejado en los resultados de las elecciones presidenciales del pasado domingo.

En ellas, los seguidores del Maestro de escuela rural remota vencieron por estrecho margen a un coctail de políticos citadinos liderado por Keiko Fujimori, hija del condenado expresidente Alberto y hermana del congresista Kenji, antecedentes que pesaron en la elección y tiraron al Perú al lado de países como Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia y Argentina. En la última década por la llamada, Casa de Pizarro, han pasado media docena de mandatarios algunos destituidos, otros obligados a salir del país y varios salpicados de corrupción, incluso uno suicidado en medio de su captura para rendir cuentas. A la espera de las primeras señales que envíe el nuevo mandatario y sus contendores le reconozcan su victoria, es bueno mirar que la economía peruana tiene buenos indicadores de lucha contra la pobreza, redistribución de la riqueza, pero ante todo, de crecimiento económico gracias a las millonarias exportaciones de poliminerales, pescado, frutas y al creciente sector turístico que lo ha convertido en el destino preferido en Suramérica. Es una economía en franco crecimiento que supera un PIB de US$180.000 millones y alcanza un ingreso per cápita de $5.500, cifras sostenidas en la última década muy a pesar de sus constantes crisis políticas que le han generado inestabilidad y revisiones en su manejo de la deuda. A diferencia de Colombia, las tres principales agencias calificadoras, tienen a Perú con grado de inversión y este año se espera que la economía crezca cerca de 8,5%, muy superior a lo esperado para los otros países de la Alianza del Pacífico.

Los sucedido en Perú es un claro resultado de la diplomacia política de izquierda que recorre Latinoamérica, promovida por países como China, Rusia e Irán, que siguen viendo a la región como el rico e inexplotado patio trasero de Estados Unidos. El maestro Castillo es cercano político de Evo Morales, José Mujica, Rafael Correa y Cristina Kirchner, viejos pilares del socialismo del siglo XXI que buscan alinear al continente con las ideas extremas que han llevado a Cuba y Venezuela a los niveles de pobreza y subdesarrollo más extremos de sus historias. El gran problema es que poco a poco, Colombia empieza a ser cercado por estos movimientos que hoy se materializan en marchas y protestas ambientando las elecciones presidenciales del próximo mayo de 2022.

La izquierda latinoamericana no solo busca ganar elecciones y acceder por vía democrática a los gobiernos, sino que una vez conquistados arman constituyentes, aprueban reelecciones indefinidas y nunca abandonan el poder, y en ese lapso destruyen el sector productivo, que curiosamente, puede ser el que salva a Perú, pues poco a poco se han construido en ese país empresas multilatinas y un sistema financiero que dará la lucha.