No tocar la regla, pero sí pensar en el largo plazo

La llamada regla fiscal fue creada en 2011 con el objetivo de asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas, para que no se superen el límite de la deuda, que debe ser igual a 71% del PIB con un ancla de acreencias de 55% de ese mismo monto. La idea de los técnicos era impedir que cualquiera de los gobiernos de turno se endeude o gaste más allá de su capacidad de pago. Las deudas no son malas, per sé, lo que movió la iniciativa era salvaguardar los dineros públicos y cerrarles las puertas a funcionarios botaratos o corruptos que hicieran fiestas con el erario.

Es una buena estructura fiscal para países como el nuestro y que envía un buen mensaje a la banca multilateral y a las firmas calificadoras de riesgo, máxime cuando el nivel de deuda está en los topes de la regla fiscal y que los intereses de esas acreencias ya llegan a $77 billones de un presupuesto general de unos $500 billones, casi uno de cada cuatro pesos se va en pagar deudas pasadas.

Fueron los gobiernos de Santos y de Duque, por distintas razones justificadas, que dispararon la deuda, y que gracias a la regla fiscal no la aumentaron. Jorge Iván González, director de Planeación Nacional, destapó una auténtica Caja de Pandora al mencionar que de alguna parte debe salir el dinero para reindustrializar el país, financiar la transición energética y reducir las brechas de una pobreza que alcanza a 18 millones de personas, según las últimas cuentas del Dane.

Pero ha aclarado el funcionario que no hay ninguna intención real de modificar la regla fiscal en estos momentos, que nunca se ha tocado el tema con las autoridades económicas y que menos aún es una idea concertada con el Presidente; para rediseñar la regla fiscal debe tramitarse una ley que desde el mismo comienzo va a ser impopular, pues no existe ninguna necesidad real para pedir más préstamos con la banca externa o interna.

Ahora lo que empieza a preocupar es que el Ministerio de Hacienda quiera cambiar el llamado Comité Autónomo de la Regla Fiscal, un organismo de carácter técnico, permanente e independiente, adscrito a esa cartera, encargado de hacerle seguimiento a la regla fiscal y defender la sostenibilidad de las finanzas públicas, a través de conceptos no vinculantes al Gobierno Nacional.

Durante la pandemia, en el pasado Gobierno, la regla estuvo suspendida (Art. 60 de la Ley 2155 de 2021); en 2022 el déficit se puso en -4,7% del PIB; proyectó -1,4% del PIB para este año; -0,2% para 2024 y 0,5% en 2025. Al cambiar a los integrantes del Comité, se puede influir para no cumplir la regla, tal como ha sucedido en los anteriores gobiernos.

Dicho comité tiene cinco miembros, uno no se ha remplazado y a dos se les vence el periodo en 2024; lo que quiere decir que el Gobierno Nacional tendrá en pocos meses la posibilidad de modificar la regla fiscal, tal como lo hicieron Santos o Duque, argumentando situaciones coyunturales. Ojalá el Presidente y su Ministro de Hacienda, respeten la idea rectora de sostenibilidad fiscal: aplicar políticas y manejar las finanzas públicas sin poner en riesgo la solvencia del sector público.

No hay argumentos económicos reales por estos días para endeudarse más. El nivel de la deuda neta, la diferencia entre el límite de deuda y el margen prudencial es muy alto y una buena parte del presupuesto general se va en pago de intereses y deuda, lo que hace inviable más dinero para inversiones. Es un momento de cuidado.