El Estado no puede sentarse a debatir el futuro de la explotación minera. Debe renegociar y zanjar discusiones ambientales
Desde mediados del pasado diciembre y hasta bien entrado este enero, el Ministerio de Minas ha sido bastante diligente en la renegociación de contratos claves para el desarrollo y la seguridad jurídica de su sector, al tiempo que ha dado grandes pasos en materia de políticas ambientales con su par de esa cartera. Sacó adelante el contrato con la minera angloaustraliana BHP Billiton, que está operando la mina Cerro Matoso en Córdoba. También logró negociar con la multinacional brasileña, Votorantim y actualizar dos contratos que tiene la compañía para explotar carbón y hierro, firmados en 1989 y 1985 respectivamente, en Boyacá.
A esta gestión se puede sumar el paso dado en Santander en pos de la solución a la polémica del páramo de Santurbán, en donde se pusieron las reglas claras para la explotación aurífera por parte de la multinacional Eco Oro, que en adelante podrá extraer el mineral, recuperar sus inversiones y las comunidades acceder al desarrollo social, otrora esquivo en generaciones. Suele suceder en la inmensa mayoría de los casos, que en donde se radican grandes las empresas que son exitosas en el mercado local e internacional, las comunidades aledañas se benefician de manera efectiva si trabajan conjuntamente con sus autoridades.
El mayor paso dado por el Ministerio de Minas no es la renegociación en sí misma, sino negociar de cara a las comunidades afectadas y al país político y económico. En la década del 80 e incluso en los años 90, se firmaron muchas concesiones y se entregaron bastas explotaciones casi a dedo, sin pensar en el país, hoy esas cosas no se hacen tan fácil, pues los medios de comunicación, los municipios y los organismos de control y vigilancia están más atentos a que no se exploten los recursos naturales sin las contraprestaciones en el bienestar de los habitantes. Se vienen más renegociaciones en varios departamentos y lo que se ha hecho en Córdoba y en Boyacá, es la piedra angular para construir bien las cosas para las próximas décadas.
Es importante que el monto de las regalías aumente, que la reversión a la naturaleza sea evidente y que se paguen más impuestos, al tiempo que los programas de responsabilidad social brillen por su presencia. Pero lo más crucial en estos tiempos de renegociaciones de contratos minero energéticos, es que el modelo de desarrollo que siga el país sea más parecido a los casos exitosos en el mundo como ha sucedido en Noruega u Holanda, y más lejanos de lo ocurrido en Nigeria o Venezuela. La seguridad jurídica es un bien tan preciado en un país como los mismos recursos naturales. En los gobiernos de turno está, hacer que lo negociado se pague y en la ética de las multinacionales desarrollar las comunidades.
