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Las decisiones que tienen que ver con la economía y el comercio marcarán las primeras semanas de Trump que hace temblar los tratados comerciales.
Los primeros días de la administración Trump se pueden explicar como el tiempo de “diciendo y haciendo” y lo más posible es que las primeras cien jornadas de trabajo al frente de la Casa Blanca darán mucho de qué hablar en términos de comercio y economía. Luego de firmar la orden ejecutiva que sacó a su país del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), del que forman parte otras once naciones, convocó a sus homólogos de Canadá y México, socios en Nafta, para revisar el tratado de libre comercio que funciona desde 1992. Y más aún: el próximo viernes se reunirá con la primera ministra británica, Theresa May, para hablar de las relaciones comerciales que les depara el destino una vez Gran Bretaña salga de la Unión Europa, una decisión llamada Brexit que desde el principio tienen la anuencia del nuevo mandatario americano. Así son las cosas ahora, los tratados de libre comercio -otrora panacea de los gobiernos- atraviesan por su peor momento de desprestigio en tiempos de Trump. Todo comienza pocas semanas después de ganar las elecciones el pasado 8 de noviembre, cuando el nuevo presidente notificó sobre su decisión de retirar al país del TPP, un acuerdo que según sus palabras “es un desastre potencial para Estados Unidos, pues el TPP fue negociado por Barack Obama dentro de su estrategia para profundizar los lazos con Asia-Pacífico”. A esa postura incuestionable desde la óptima del estadounidense corriente que sufre el desempleo, se sumó a la derrota de los ingleses que le apostaban a la Unión Europea, ambos hechos son elocuentes de que los tratados comerciales en vigencia se pueden mejorar y que varios de los países más poderosos del mundo han entrado en otra etapa de idealización de la globalización. Estamos seguros que avanzar en nuevos TLC será cada vez más difícil, no solo porque ingleses y estadounidenses no le apostarán a ellos, sino porque los resultados de los ya firmados por países como Colombia dejan mucho que desear. Las últimas cifras de las importaciones colombianas entregadas por el Dane nos muestran como avanza el déficit con los mercados más importantes, porcentaje que crece con el paso de los días y afianzan la idea que somos un país cada vez más importador de productos provenientes de China, México y Estados Unidos, mientras que esos mercados no crecen sus compras de productos colombianos al mismo ritmo. Los TLC ayudan a que la vocación económica del país se enfoque en los mercados externos, que produzcamos barato, seamos competitivos y llevemos productos y servicios a países que bien los pagan, pero eso no ha ocurrido y seguimos dependiendo de los bienes primarios y las fluctuaciones en los precios de las exportaciones tradicionales, café, petróleo y carbón, el país diversifica tímidamente así los convenios sean generosos, Colombia no ha aprovechado la apertura comercial que se empieza a cerrar.
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