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EDITORIAL

Letra menuda en las alzas a la gasolina

jueves, 14 de marzo de 2013
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El caso de Bogotá ilustra lo que puede estar sucediendo en Colombia con las polémicas alzas a los combustibles

El caso de Bogotá ilustra lo que puede estar sucediendo en Colombia con las polémicas alzas a los combustibles
 
De acuerdo con datos del Departamento Administrativo de Catastro, en Bogotá, el 68% de los predios (888.000) corresponde a los estratos dos y tres y el 6% al uno,  para un total de 74%. En el estrato cuatro están ubicados el 17% (218.000), con lo cual se concluye que solo el 9% de las viviendas se localizan en los estratos cinco y seis, unos 120.000 predios. Este número corresponde a 1,9 millones de viviendas.
 
Haciendo la aclaración de que no hay una relación uno a uno entre predio y vivienda, y seguramente puede resultar criticable por los expertos en el manejo de la ciencia estadística, la valoración del catastro permite hacer un ejercicio, suponiendo que no hay diferencia en el número de habitantes por vivienda, y derivar interesantes conclusiones que deberán ser avaladas por esos expertos. La intención aquí es solo exponerlas sin pretensión alguna distinta que la de poner a pensar a nuestros lectores.
 
La primera y la más importante es que una buena información puede llevar a derrotar mitos que se han ido estableciendo y convirtiendo en dogmas sobre los cuales se adoptan medidas y se toman decisiones por parte de quienes manejan los asuntos públicos. Hemos escuchado afirmar a los responsables de ajustar el precio de los combustibles que los incrementos tienen por objeto hacer que los ricos paguen y se beneficie así a los pobres. Las estadísticas sobre la estratificación llevarían a la conclusión que esa afirmación no es cierta.
 
El ejercicio de comprobación es sencillo. En la Capital había en 2012 un parque automotor particular de 1,3 millones, entre autos, camperos y camionetas. Si en los estratos cinco y seis hay 120.000 predios y cada uno tiene un promedio de 2,5 vehículos, resultaría que quienes son considerados ricos poseen 300.000 carros, esto es, menos del 25% del total del parque automotor particular. En esos términos, en Bogotá hay un millón de vehículos cuya tarjeta de propiedad está en la clase media que se supone es el estrato cuatro y de ahí para abajo en los estratos tres, dos y uno. Así surge la pregunta, ¿en la realidad, quién está pagando los altos precios de los combustibles? ¿Será que sobre los estratos medios y bajos está cayendo una carga injusta para financiar al Gobierno, departamentos y municipios por la vía de altos precios y una abultada sobretasa a la gasolina? 
 
Una segunda hipótesis para discutir es si hay una sobreestimación de la llamada clase media sobre la cual se supone recae buena parte del peso de sostenimiento de la ciudad, en términos de impuestos y tarifas de servicios públicos, pues ese 17%, corresponde a unas 200.000 unidades familiares que alcanzarían a menos de un millón de personas. Y en ese mismo orden, se estaría inflando a los estratos cinco y seis que serían unas 170.000 viviendas, unas 800.000 personas.
 

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