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Más allá del fin del proceso de paz y el inicio del posconflicto, Santos debe apurar algunos temas económicos incompletos.
Es cierto y estamos de acuerdo con que el proceso de paz iniciado con los diálogos de La Habana es un asunto medular para el futuro inmediato de Colombia y que el paso trascendental de la teoría a la práctica es fundamental para el país. ¿Qué quiere decir esto? Que hay que pasar rápidamente, en muy pocas semanas, del ‘dicho al hecho’; que Colombia debe entrar en el desarrollo del posconflicto en pleno, en cuestión de semanas, para que el país político, económico y social no se detenga. Santos no puede dejar enfriar las cosas, pues su mandato, tal como va, va a ser historia y en esa cadencia los enemigos de la paz pueden volver a desestabilizar al país. Hay que actuar rápido en finiquitar los diálogos para empezar a pagar la deuda social que ha generado el largo y complejo conflicto interno.
Más allá de ese imperativo social, justo y necesario que es la paz, entendida como un bien superior, está el asunto económico. Creemos que hay 10 cosas que no dan espera y que cada día se desarrollan en la agenda informativa. Lo primero que hay que apurar es la bien llamada reforma tributaria estructural en la que todos los candidatos coincidieron y que el país económico debe entender como necesaria. El segundo tema económico que no da espera es el rediseño de la política industrial, pues la persistente caída de este sector está destruyendo un entramado económico de más de seis décadas y en esa caída se está aniquilando empleo formal.
El tercer tema económico tiene que ver con la recuperación de las exportaciones tradicionales y no tradicionales. El país no ha aprovechado como debe ser los tratados de libre comercio y para tal efecto se debe trabajar más en enfocar las exportaciones como generadoras de empleo formal. No se puede entender cómo en dos años de entrada en vigencia del TLC con Estados Unidos el país no haya logrado una balanza favorable. Un cuarto punto crucial es la urgente reforma a la salud y a las pensiones, que es un asunto siempre presente, pero sobre el cual no existe la voluntad política para sacarla adelante. El país económico y social no puede seguir viviendo en medio del caos de la salud y el temor por el pago de las pensiones.
El quinto punto son las reglas claras para la minería, una riqueza a la que no le podemos dar la espalda y no encontrar el camino para hacer coexistir el respeto por el ambiente y la explotación sostenible. Y el sexto punto crucial tiene que ver con el desarrollo rural. Colombia no puede seguir creyéndose una despensa del mundo cuando se deben importar muchos de los productos de consumo masivo. En el desarrollo del campo, visto desde lo económico y lo social, está parte de la fórmula para pacificar al país y empezar el anhelado posconflicto.
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