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EDITORIAL

La usura no es buen negocio ni para los bancos

lunes, 30 de septiembre de 2013
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La tasa de usura, como su nombre lo indica, roza con el delito, por lo tanto es una figura que no debe existir

Existe una tasa de usura legitimada y avalada por el Gobierno porque históricamente ha sido un delito cobrar intereses que estén por encima de la capacidad de pago de los cuentahabientes o en consonancia con el monto del crédito. Pero paradójicamente, la practica de cobrar muy altos intereses por el dinero prestado existe, tanto en la informalidad crediticia como en la formalidad, por eso mismo, la Superintendencia Financiera vigila estas prácticas polémicas. Hay quienes defienden la tesis de que no existe una tasa de usura oficial, pues lo único que hace la institucionalidad es validar el tope más alto de una canasta de precios que se dan en el mercado financiero. Eso es la realidad, pero en la práctica poner ese techo hace que las consecuencias sean diversas para los beneficiarios y para los bancos.
 
¿Cómo puede ser que la tasa de usura perjudica tanto a usuarios como banqueros? Al poner un techo quedan por fuera del sistema millones de colombianos que tienen capacidad de pago, pero que no son sujetos de préstamos por razones aceptables como mala historia crediticia, empleos informales, no fiables, jóvenes sin historia, etc. Todo un portafolio de razones valederas que hacen que haya un grueso de la población imposible de bancarizar, situación preocupante porque en Colombia sólo 60 de cada 100 colombianos cuentan con un producto financiero. Hay todavía un gran mercado que se financia con sistemas criminales como el ‘gota a gota’, los fondos de empleados artesanales, pirámides invisibles, familiares pudientes y toda una suerte de jugadores prestamistas que sueltan dinero a cambio de bienes.
 
Claro que los bancos pierden mucho porque la tasa de usura les impide bajar los intereses que se cobran en los créditos de consumo pagados con tarjeta de crédito. Siempre las entidades financieras trepan sus tasas de consumo al techo de la usura como un mecanismo de control a su cartera, pero esta práctica hace que quienes manejan este tipo de pago con dinero plástico, no compren más por las tasas elevadas, una herramienta aplicada como seguro a los que no pagan. Es un contrasentido, pero existe. Así pues, la usura frena la bancarización, incrementa el crédito informal, desinsentiva la competencia, es un golpe al libre mercado y mantiene crónica la incertidumbre por el riesgo.
 
En muchos países de la Ocde no existe la tasa de usura, y hay vigilancia extrema a las tasas altas. Colombia puede dar un paso gigante si el Gobierno Nacional adelanta con el sistema financiero la eliminación de la usura y controla las tasas altas y los márgenes de intermediación. La banca ante todo es un servicio social inigualable en donde nadie pierde si los cálculos de préstamos y pagos se hacen con ética.
 

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