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Así la guerra con la guerrilla no haya golpeado de frente a las ciudades, es imperativo que todos los colombianos salgan a votar el domingo.
Hasta ayer se podían hacer encuestas públicas en torno al plebiscito del próximo domingo que busca ratificar los acuerdos firmados entre los guerrilleros de las Farc y el Gobierno Nacional. Los últimos resultados de los estudios de opinión pública fueron los siguientes: Cifras & Conceptos 62% por el sí; 38% por el no. Datexco 55% por el sí, 36% por el no. Ipsos 66% por el sí y 34% por el no, y Ecoanalítica, 56% por el sí y 42% por el no. Según las cuentas de las firmas de investigación, los votantes rondarán los 10 millones de colombianos, una cifra muy inferior a la de los electores en las pasadas jornadas para mandatarios locales y regionales y para las últimas de Congreso y segunda vuelta de Presidencia de la República. El ejercicio deja varias enseñanzas o preocupaciones que nuevamente encienden las alarmas sobre las motivaciones de los votantes en nuestras constantes elecciones.
Lo primero que se puede observar es que el votante tradicional colombiano es un hombre maduro que ronda los 50 años; que hay apatía por el tema del plebiscito en las grandes ciudades y que los electores no encuentran los incentivos tradicionales para acercarse a las urnas a ejercer su derecho al voto. Todos pecados crónicos del sistema democrático del país, pues poco se ha motivado para que los jóvenes se apropien de la democracia; y segundo, que los llamados incentivos electorales no deben aflorar cuando no se eligen personas con poder de manejar contratos y burocracia. El plebiscito por los acuerdos de paz con la guerrilla no ofrece puestos o contratos y debería ser un tema de gran interés nacional, pero no se nota a la luz de las encuestas y desdice mucho de las motivaciones de las personas para proteger el sistema democrático. Existe una gran masa de abstencionistas que no hacen uso del voto porque no les gustan las propuestas de los candidatos o no se sienten identificados con los programas de los políticos, pero con el tema de paz debería ser diferente y haber mayor motivación, bien sea por el sí a los acuerdos o por el no.
Pero la foto de las últimas encuestas de este 2016 es más que alarmante para las ciudades capitales en donde la abstención se ve más alta y la polarización se siente. Eso demuestra que hay dos países: la Colombia rural que ha sufrido en carne propia el fragor de la guerra que dejó más de medio millón de muertos en 52 años, y la Colombia urbana que ha sentido más la violencia del narcotráfico y para la cual el flagelo guerrillero es una cuestión de pueblos y veredas alejadas de su cotidianidad. Quedan muy pocos días para motivar a los colombianos en capacidad de votar para que acudan a las urnas de manera masiva y demostrarle al mundo que somos ciertamente la segunda democracia de Iberoamérica y la cual se consolida mucho más con esta iniciativa de llevar a las urnas un acuerdo que pudo ser a puerta cerrada como los 14 anteriores.
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