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La economía colombiana no puede seguir comparándose con las cifras del vecindario, que son malas, debe buscar su propia ruta.
Nadie esperaba que a septiembre se tuviera un comportamiento sobresaliente de la economía, pero la realidad es que el resultado sorprendió por lo bajo, 1,2%, con lo que el acumulado del año, al cierre del tercer trimestre, se coloca ligeramente por debajo del 2%, cifra que hace unos meses se consideraba improbable, pues las proyecciones estaban más cerca de 3%. La economía latinoamericana ha sufrido el impacto de los bajos precios de las materias primas y que las de mayor estructura productiva, como Brasil y Argentina, han tenido problemas internos que han debilitado la economía, y que Venezuela enfrenta una situación de inestabilidad social, política y económica que la ha sumergido en una grave recesión. Ante ese panorama regional, el año cerrará con un nulo desempeño del PIB.
El resultado local hay que destacarlo frente al panorama, lo cual no deja de ser más que una apología al conformismo que no resulta conveniente en el enfrentamiento de problemas y no contribuye en nada en la búsqueda de un mayor nivel de bienestar si se quiere aclimatar un modelo permanente de concordia y tranquilidad. La obligación de quienes tienen a su cargo el manejo de los asuntos económicos y de quienes evalúan su evolución debe tener como sustento hacer ese ejercicio solo en función de los intereses del país y sin acomodo a criterios políticos.
De acuerdo con el Dane los sectores considerados más dinámicos en términos de generación de riqueza y empleo, no van por buen camino y del bajo crecimiento solo se escapan la actividad financiera y la construcción. El agro, fundamental para el abastecimiento de los alimentos y las materias primas básicas para su transformación industrial, e instrumento de ocupación territorial y bienestar social, mantiene un negativo registro de 0,3% en lo corrido hasta septiembre y de -1,7% del tercer trimestre frente al mismo período del año anterior, lo cual demuestra la carencia de un plan estructural de fomento al campo.
En petróleo y minería no se desconoce que hay factores internos que atentan contra su desarrollo, como la gran inestabilidad jurídica producto de fallos polémicos, la demora en los trámites ambientales y las acciones poco serias. El sector de minas y canteras muestra una caída por encima de 6% en 2016 y variables como la inversión extranjera, básica en su desempeño, tampoco sobresale. La industria manufacturera presenta señales de recuperación, aunque se debe anotar que los datos están afectados por el impacto de la refinería de petróleo. Este panorama requiere un llamado urgente, en particular al gobierno y al Banco de la República, para concentrar y coordinar esfuerzos y evitar que se siga deteriorando y luego resulte demasiado costoso en términos de progreso, deterioro en empleo y mayor pobreza, más si se tiene en cuenta que se está ad portas de arrancar una agitada campaña electoral con miras a las elecciones de 2018.
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