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EDITORIAL

Hay que pasar de anuncios y sueños a lo real

miércoles, 18 de diciembre de 2013
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Metro, túnel de la Línea, autopistas de la montaña, ferrocarriles y hasta el posconflicto, suenan a noticias futuristas.

El año que termina es muy bueno en materia económica si solo nos atenemos a mirar la contundencia de las cifras, y más aun si las comparamos con las de los países de la región. Pero cuando revisamos hechos reales de ‘hierro y cemento’, como pueden ser la entrega de infraestructura, inauguraciones concretas, obras visibles o simplemente hechos transformadores en la sociedad, nos quedamos muy cortos. Desde hace mucho tiempo hacemos balances de los años que acaban sus hojas en el calendario, de gobiernos locales, regionales y nacionales que cumplen sus periodos, y de décadas sin herencias visibles que se suceden unas tras de otras, sólo dejando las huellas del conflicto armado, escándalos políticos y actos de corrupción.

Este 2013 tampoco fue el año del Metro de Bogotá, ni del túnel de la Línea, ni el de las autopistas de la Prosperidad, ni el de la resurrección de los ferrocarriles, ni el de la doble calzada entre Cali y Popayán, ni el del Puerto de Urabá, ni el de la modernización de Buenaventura, ni de la velocidad al Llano. La lista puede ser muy larga. Es solo revisar las peticiones gremiales alertando por la necesidad de esas obras o leer nuevamente los discursos de los mandatarios y ministros haciendo los mismos anuncios por muchos años. Pero en concreto, lo estructural que se necesita para volver al país más competitivo sigue siendo una ilusión.

Tal como están las cosas políticas, la administración Santos estará en la Casa de Nariño hasta agosto del nuevo año con toda seguridad, y si se les dan las cosas en las urnas en mayo próximo, se quede hasta 2018. Sí, 2018, suena a muchos años adelante, en el futuro, pero los periodos presidenciales se pasan muy rápido y los elegidos electoralmente más los funcionarios públicos, por lo general no son conscientes que para transformar el país deben trabajar desde ya. Basta de anuncios, promesas, intensiones y justificaciones sobre lo que debe ser Colombia. Es urgente recobrar en el servidor público no solo la eficacia en la ejecución de las obras sumada a la responsabilidad, sino su vocación y competitividad. Si los funcionarios y líderes nombrados bajo los esquemas que brinda la democracia fueran más competitivos, esas grandes obras prometidas y anunciadas por años ya se hubieran hecho, tal como ocurre en los países desarrollados.

El servidor público debe pasar de los anuncios y afanes políticos cortoplacistas a los hechos concretos. Colombia necesita que este 2014 sea un año de avance en la infraestructura, un año más real que de promesas. No podemos seguir pensando en el futuro con las obras soñadas y la resolución del conflicto que nos desangra, pudiéndolo construir desde ahora. Ojalá eso pase del deseo a la realidad.

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